Wednesday, June 13, 2007

BAJO "EL CAPOTE" DE GOGOL


La primera vez que vi fue una película de Mira Nir fue en Madrid hace algunos años. Mi hija me invitó al cine y elegimos, en una sala de VO, "La Boda del Monzón". Nada más empezar la proyección quedé fascinado por el festín de colores y por la frescura de un guión en estado de gracia. El trabaj0 de Nair quedó refrendado en el festival de Venecia.

El año pasado se estrenó "Vanity Fair", otro trabajo de la autora, que no captó demasiado la atención del público ni de la crítica. No puedo opinar sobre ello porque la tengo pendiente de visionado, pero lo que me lleva a hablar de Mira Nair es su último trabajo, "El Buen Nombre" (The Namesake).

En una entrevista a la directora realizada por Ethirajan Anbarasan y Amy Otchet, Mira decía: "Solo puedo filmar temas que me conmuevan profundamente y que me hagan vibrar".

"El Buen Nombre" es precisamente una historia que conmueve y desde luego hace vibrar. Esto no quiere decir que nos encontramos ante una historia simple, al contrario, The Namesake es un film complejo porque la autora disecciona a sus personajes en cada uno de los fotogramas. Desde ese lugar y frío de Nueva York, que poco a poco van haciendo suyo y trazando una parábola hasta el punto final,que es la sublimación del origen. De esta forma se enheban todos los procesos vitales de los personajes como si se tratara de la bellísima trama de seda de un sari hindú.

El film comienza con una conversación que sostiene Ashoke con otro pasajero en el compartimiento de un tren, que hace un viaje en algún punto de la India. El hombre le pregunta al joven Ahoke sobre lo que está leyendo. Este le contesta que lee "El Capote" de Gógol y que según su abuelo, con la lectura se puede viajar a cualquier punto de la tierra sin tener que moverse del mismo lugar.
El pasajero le responde que no hay mejor forma de ver mundo que viajando. En ese momento se produce un accidente. El tren descarrile y la mayoría de los viajeros mueren o están heridos. Ashoke se salva gracias a que alguien se fija que "El hombre del libro mueve la mano"

Así Gógol y su libro se convierten en icono símbolo de la película.

Uno de los momentos más bellos de "The Namesake" es cuando Ashima va aser presentada a su futuro esposo Ashoke. Ella ve los zapatos que el novio, segun costumbre, ha dejado en el zaguan. Con una sonrisa calza sus pies desnudos con los enormes botines y da unos pasos con ellos. Este gesto nos descubre que a pesar de que el matrimonio entre ambos jóvenes es acordado, ella acepta y quiere esta imposición familiar.

El joven matrimonio deja atrás un mundo de tradiciones, que paradójicamente asumen y aman, para volar a un mundo absolutamente contrario. Allá donde había color, ahora hay gris. Allá donde había parientes y bullicio, ahora hay soledad. Allá donde había música (Ashima es una virtuosa del canto) ahorahay silencio. Allá donde había olores, ahora hay electrodomesticos asépticos. Allá estaba la India y esto son los Estados Unidos de América.

Todo este juego de contrastes es elemento importante en toda la filmografía de Nair, pero aquí en "The Namesake" es parte indispensable del juego narrativo. El hilo de los sentimientos de la familia Ganguli parte de un símbolo: "Gógol", que engarza a todos ellos desde un punto a otro del espectro vital.

La última y bellísima escena en la que Ashima interpreta, en su pais natal, una delicada canción acompañada de la guitarra bengalí, junto a su hijo Nikky Gogol, es la forma festiva y feliz con la que ella resume su vida con Ashoke. Desde el mismo día en que calzó los zapatos de su marido "Gógol" ha sido para ella y Ashoke "el capote" que los ha cubierto para luchar contra la tristeza y la soledad y gracias tambien a "Gógol" ella ha recuperado el goce por la vida tras la tragedia.

2 comments:

malabarista infernal said...

He visto hace dos días la película, me ha parecido preciosa, además de todo lo que dices hay un detalle que a mí me ha llegado profundamente, y es la relación entre el hijo y los padres, es muy frecuente no valorar lo que tus padres hacen por tí hasta que no eres una persona adulta, y siempre te queda la sensación de que no les has expresado con claridad hasta que punto estás agradecido por lo que han hecho por tí, en esta sociedad egoísta en la que vivimos creo que es una asignatura pendiente, y tras ver esta película, me he impuesto la obligación de decir a mis padres que ya son algo viejitos cuanto les quiero.
Un saludo

David said...

No conocía esta película. Apuntada.