Algunos de vosotros, que ya me conoceis, sabeis que de vez en cuando, cual personaje de la serie "Perdidos" tengo una facultad especial para viajar en el tiempo. Este privilegio me ha dado muchas satisfacciones, pero lo que hoy voy a intentar narrar ha superado todas mis espectativas.
Es un expléndido día de verano. Hay un brillante azul en el cielo y me dirijo desde la cercana villa de Higham, en el condado de Kent, hacia la mansión de Gad's Hill. Juro que no se cómo he llegado hasta aquí ni lo que me espera en ese imponente edificio de ladrillo rojo que domina la verde colina por la que asciendo.
A contraluz veo una silueta oscura. Me acerco y de pronto tengo la convicción de que el individuo que me espera es el objeto de mi viaje.
Es un hombre bien plantado pero no muy alto. Me recibe con una gran sonrisa y un fuerte apretón de manos. Inmediatamente caigo en la cuenta de que he visto su cara en numerosas ilustraciones, pero sobre todo recuerdo la imagen que he visto colgada en la National Portrait Gallery de Londres. Tengo delante de mí a uno de los personajes literarios más extraordinarios del siglo XIX, Charles Dickens.
- Encantado de conocerle Sr. Dickens, me siento extraordinariamente honrado de que haya accedido a recibirme.
- El placer es mío, Sr.....no recuerdo cómo dijo que se llamaba.
- Rodriguez, sr. Dickens, un poquito largo y difícil de pronunciar para ustedes, los anglosajones.
- No se preocupe, pero venga, venga que le voy a presentar a mis invitados.
Al igual que en su retrato de la Portrait Gallery, la mirada de mi anfitrión despide una luz brillante, tal vez un reflejo de los sentimientos que se caldean en su espíritu. Su gesto es grave pero no produce incomodo alguno. A pesar de que debe de tener una edad que sobrepasa los sesenta conserva todo el cabello, un tanto gris, en cuidadas ondulaciones. Viste como un dandy, pero tiende a la exageración. Su levita es de terciopelo azul oscuro, el chaleco es de llamativos cuadros rojos y de su bolsillo izquierdo pende un pañuelo también rojo. Se cubre del sol veraniego con un sombrero panamá blanco.
Hay unas treinta personas en unos cenadores de toldos blancos, charlan animadamente en torno a las mesas donde se sirven bebidas y alimentos. Varios niños revolotean juguetones en el prado delantero de la mansión.
Dickens me presenta a su familia. También a sus invitados, entre estos me sorprende conocer en persona a Hans Christian Andersen, un hombre extraordinariamente feo, y a Wilkie Collins, el padre de la novela policíaca. Este último me saluda de forma muy extraña y me mira de hito en hito con ojos extraviados. Siento un leve escalofrío cuando le choco la mano.
Departo con todos ellos, me sorprendo de la naturalidad con la que hablan conmigo . No tiene importancia, al parecer, que sea la primera vez que me mezclo en sus vidas (de forma inexplicable, obviamente). Cuando la tarde comienza a declinar Charles Dickens me lleva a su escritorio para llevar a cabo la entrevista, objeto de mi viaje.
- Antes de comenzar he de decirle Mr. Dickens, que muchas de sus novelas e historias han sido adaptadas a un invento de finales de su siglo, llamado cinematografo.
- Curioso...pero no acabo de entender de qué se trata ese invento y cómo pueden adaptarse mis obras a él. Yo únicamente concibo adaptar una novela en obra teatral. O tal vez me esté hablando de alguna técnica mismérica.
- El cinematografo es una sucesión de imágenes en movimiento, que se proyectan en una pantalla plana. La obra se ve como si se tratara de una acción teatral, pero los actores son retratos en movimiento. Esto es una definición torpe del invento pero no sabría explicarselo de otra manera Sr. Dickens.
- Me hago cargo, y lo encuentro curioso, sí, realmente curioso. Y sí , hay algo de mismerismo en ello.
Hago una pausa para comenzar mi interrogatorio. En realidad no tengo un programa previsto, suelo hacer uso de la improvisación, pero creo que lo más sencillo es empezar por la raices familiares y los primeros años de mi entrevistado.
- Tengo entendido que su padre, John, fue un hombre....digamos, algo peculiar.
- No tenga reparos en decirlo, sí, mi padre siempre fue un insensato, pero al mismo tiempo he de reconocer que tenía un buen corazón, era generoso, nada necio y trabajador, pero inconstante y siempre arrastrando problemas económicos, que nos asolaron a todos los miembros de la familia.
- Cuando leí su magnífica novela "DAvid Coperfield" me llamó la atención que Mr. Micawber guarda un parecido extraordinario con la peripecia vital de su propio padre. ¿Se inspiró acaso en su progenitor para este magnífico retrato novelesco?
- Ja, ja, ja sí, algo he oído al respecto y no le puedo negar que mi padre se parece demasiado a Mr Micawber. Mi progenitor pasó demasiados años en prisión, al igual que Mr. Micawber, por las deudas que contrajo. No le culpo de nada. Cuando comenzamos a vivir en Chatham él estaba en buena posición económica y en casa disponíamos de una biblioteca bastante nutrida de buenos ejemplares. Entre aquellos libros descubrí "El Quijote" de Cervantes y "Gil Blas de Santillana" de Lesage. Fueron muy interesantes por los conocimientos que me dieron del noble arte de escribir. Ustedes pueden sentirse orgullosos de Cervantes, uno de los genios literarios más grandes que han existido. Aquel oasis económico duró bien poco e incluso todos los ejemplares de aquella biblioteca hubieron de ser vendidos para pagar a los acreedores que nos acosaban.
Hace una pausa y adopta una expresión grave
- Confieso que cuando era niño no comprendía cómo mi padre podía comportarse como lo hacía y nos obligaba a cosas que detestábamos. Yo mismo tenía que cuidar de mis hermanos pequeños lo cual me privaba de acudir al colegio. Eso me enfurecía y tal que podía evadirme callejeaba por Canden Town. En ocasiones me arriesgaba en el Soho o Limehouse, sitios no especialmente recomendables para un chico de corta edad.
- También trabajó usted en una fábrica de betún....
- Se lo dije a mi amigo John Forster, el primero que se interesó en escribir mi vida, y ahora se lo digo también a usted. Aquel episodio es una cuestión tan dolorosa que prefiero no hablar de ello. No he podido olvidarlo jamás, e insisto no voy a decir nada más sobre ello.
- Es extraño Sr. Dickens porque personas eminentes de la política o de las artes se han jactado de haber lavado platos o de vender periodicos por la calle ¿por qué considera un agravio tan grande o un secreto tan vergonzoso el haber trabajado en una fábrica de betún?
- No insista, por favor, punto final a ese asunto.
Logro cerrar el grifo de mi curiosidad y tras una pausa cambio de tema.
- A pesar de todas las vicisitudes de su niñez entra en su juventud con una formación más que respetable y con un puesto de trabajo envidiable en un despacho de abogados, ganando quince chelines a la semana.
- Sí, pero me aburría soberanamente y lo que es más importante , en aquel bufete no iba a prosperar así que valiéndome de mis conocimientos ingresé como relator en el Tribunal Consistorial de Doctors' Commons (Tribunal eclesiástico de Londres)
- En esa época se enamoró por primera vez ¿cierto?
El semblante del maestro se ilumina
- ¡Ah, la pícara Maria Beadnell!¡cuántos quebraderos de cabeza le dió al joven Charles!.....Han pasado muchos años, demasiados. Era una coquetuela empedernida. Prometía todo y te quitaba todo. Mi inexperiencia juvenil me impedía ver que ella lo único que trataba era de divertirse conmigo. Excitarse con la experiencia de un amante, pero sabía demasiado bien que yo no tenia ni un penique. Aquello se quebró. Pero ¿sabe? volvimos a vernos años más tarde. Las cosas habían cambiado. Ella era una mujer casada. Había engordado demasiado y sus modales eran vulgares y estúpidos.
- ¿No fue una cierta venganza utilizarla, como personaje en alguna de sus novelas?
- ¡Vaya, todo trasciende! Efectivamente ella es la Flora Finching de "La pequeña Dorrit" y la Dora de "David Copperfield".
- Entramos en los comienzos de su vida literaria. ¿Cómo empezó a emplear su imaginación por medio de la pluma?
- El aburrimiento, sencillamente el aburrimiento. Llevaba alrededor de un año trabajando en la Cámara de los Comunes. Teníamos horas libres para leer "The Morning Chronicle". En ese medio se publicaban cientos de historias que ocurrían en las calles de Londres. Pensé que yo podía también escribirlas y así lo hice, pero no me pagaron ni un penique por ellas.
- Ya, igual que nos ocurre a los blogueros en internet.
- ¿Perdone?....no lo he entendido....¿blogueros?...¿internet?
- No, no se preocupe Sr. Dickens, ha sido un "lapsus liguae" de mi época. Continue, por favor.
- Sí, le decía que no me pagaron nada por aquellas historias, pero hubo alguien que se fijó en ellas. Un editor , llamado Mr. Macrone, me propuso editarlas en dos volúmenes, ilustrados por Cruickshank. Convinimos en titularlos "Cuentos de Boz". He de decir con la mayor complacencia que recibí muy buenas críticas y un sustancioso bocado económico. Nada menos que ciento cincuenta libras.
- ¡Una gran fotuna! sobre todo para un joven que no tenía ninguna experiencia literaria. Tengo entendido que su primera novela "Los papeles póstumos del Club Pickwick" fue un encargo que en principio usted era reacio a escribir.
- El encargo era una narración sobre un club de deportistas, tema en el que confieso no saber nada. Los deportes nunca han sido mi fuerte....pero los honorarios eran demasiado tentadores para resistirse. Ciertamente los primeros cinco números no tuvieron mucho éxito, pero pronto todo Londres se volvió "pickwickariano". Lo comerciantes utilizaban esta palabra para recomendar sus artículos, las mascotas se llamaban como los personajes de la novela e incluso se compusieron canciones. Aquel inusitado éxito me llenó de satisfacción.
- Fué lo que en mi siglo llamaríamos un éxito mediático, pero tengo que hacer hincapié en algunas críticas de ilustres escritores que no se sumaron al agasajo popular. Tackeray dijo "Admito su genio, pero aborrezco su arte", Huxley, "Dickens pierde la facultad de ver la realidad" o el muy negativo Brookfield, "La estructura es horrible. Seguramente jamás ha existido u na novela peor"......
- Le cito a Polibio que señalaba "Tan fácil es censurar los errores como difícil no incurrir en ellos". Como comprenderá todo artista de éxito es un blanco fácil para los que solo se preocupan de disparar dardos.
Mi entrevistado, considerado uno de los más grandes narradores de todos los tiempos , yergue su cabeza con orgullo. Sabe positivamente que tras "Oliver Twist", "Nicholas Nickleby" y "La tienda de Antiguedades" su carrera no va a detenerse en su ascenso. Macready, el empresario más prestigioso del Covent Garden da una cena de despedida. En agradecimiento a la dedicatoria que Dickens le ha regalado en su libro "Niccholas Nickleby" le invita al evento. Allí está la flor y nata de la sociedad londinense presidida por el Duque de Cambridge. El joven maestro se luce con su oratoria. En su aun corta experiencia mundana ha aprendido a decir solo aquello que es importante decir y calla aquello que no le conviene. Se ha convertido en un perfecto hombre de mundo. El sabe y valora que sólo unos años antes apenas parecía encontrar mundo para ser hombre.
Ha caido la noche y aun hay muchas cosas que el escritor tiene que desvelarme , pero las sombras parecen fundirlo y mi tiempo en el pasado se disuelve. Espero que se me conceda una segunda oportunidad. Confio plenamente en ello.
-
Es un expléndido día de verano. Hay un brillante azul en el cielo y me dirijo desde la cercana villa de Higham, en el condado de Kent, hacia la mansión de Gad's Hill. Juro que no se cómo he llegado hasta aquí ni lo que me espera en ese imponente edificio de ladrillo rojo que domina la verde colina por la que asciendo.
A contraluz veo una silueta oscura. Me acerco y de pronto tengo la convicción de que el individuo que me espera es el objeto de mi viaje.
Es un hombre bien plantado pero no muy alto. Me recibe con una gran sonrisa y un fuerte apretón de manos. Inmediatamente caigo en la cuenta de que he visto su cara en numerosas ilustraciones, pero sobre todo recuerdo la imagen que he visto colgada en la National Portrait Gallery de Londres. Tengo delante de mí a uno de los personajes literarios más extraordinarios del siglo XIX, Charles Dickens.
- Encantado de conocerle Sr. Dickens, me siento extraordinariamente honrado de que haya accedido a recibirme.
- El placer es mío, Sr.....no recuerdo cómo dijo que se llamaba.
- Rodriguez, sr. Dickens, un poquito largo y difícil de pronunciar para ustedes, los anglosajones.
- No se preocupe, pero venga, venga que le voy a presentar a mis invitados.
Al igual que en su retrato de la Portrait Gallery, la mirada de mi anfitrión despide una luz brillante, tal vez un reflejo de los sentimientos que se caldean en su espíritu. Su gesto es grave pero no produce incomodo alguno. A pesar de que debe de tener una edad que sobrepasa los sesenta conserva todo el cabello, un tanto gris, en cuidadas ondulaciones. Viste como un dandy, pero tiende a la exageración. Su levita es de terciopelo azul oscuro, el chaleco es de llamativos cuadros rojos y de su bolsillo izquierdo pende un pañuelo también rojo. Se cubre del sol veraniego con un sombrero panamá blanco.
Hay unas treinta personas en unos cenadores de toldos blancos, charlan animadamente en torno a las mesas donde se sirven bebidas y alimentos. Varios niños revolotean juguetones en el prado delantero de la mansión.
Dickens me presenta a su familia. También a sus invitados, entre estos me sorprende conocer en persona a Hans Christian Andersen, un hombre extraordinariamente feo, y a Wilkie Collins, el padre de la novela policíaca. Este último me saluda de forma muy extraña y me mira de hito en hito con ojos extraviados. Siento un leve escalofrío cuando le choco la mano.
Departo con todos ellos, me sorprendo de la naturalidad con la que hablan conmigo . No tiene importancia, al parecer, que sea la primera vez que me mezclo en sus vidas (de forma inexplicable, obviamente). Cuando la tarde comienza a declinar Charles Dickens me lleva a su escritorio para llevar a cabo la entrevista, objeto de mi viaje.
- Antes de comenzar he de decirle Mr. Dickens, que muchas de sus novelas e historias han sido adaptadas a un invento de finales de su siglo, llamado cinematografo.
- Curioso...pero no acabo de entender de qué se trata ese invento y cómo pueden adaptarse mis obras a él. Yo únicamente concibo adaptar una novela en obra teatral. O tal vez me esté hablando de alguna técnica mismérica.
- El cinematografo es una sucesión de imágenes en movimiento, que se proyectan en una pantalla plana. La obra se ve como si se tratara de una acción teatral, pero los actores son retratos en movimiento. Esto es una definición torpe del invento pero no sabría explicarselo de otra manera Sr. Dickens.
- Me hago cargo, y lo encuentro curioso, sí, realmente curioso. Y sí , hay algo de mismerismo en ello.
Hago una pausa para comenzar mi interrogatorio. En realidad no tengo un programa previsto, suelo hacer uso de la improvisación, pero creo que lo más sencillo es empezar por la raices familiares y los primeros años de mi entrevistado.
- Tengo entendido que su padre, John, fue un hombre....digamos, algo peculiar.
- No tenga reparos en decirlo, sí, mi padre siempre fue un insensato, pero al mismo tiempo he de reconocer que tenía un buen corazón, era generoso, nada necio y trabajador, pero inconstante y siempre arrastrando problemas económicos, que nos asolaron a todos los miembros de la familia.
- Cuando leí su magnífica novela "DAvid Coperfield" me llamó la atención que Mr. Micawber guarda un parecido extraordinario con la peripecia vital de su propio padre. ¿Se inspiró acaso en su progenitor para este magnífico retrato novelesco?
- Ja, ja, ja sí, algo he oído al respecto y no le puedo negar que mi padre se parece demasiado a Mr Micawber. Mi progenitor pasó demasiados años en prisión, al igual que Mr. Micawber, por las deudas que contrajo. No le culpo de nada. Cuando comenzamos a vivir en Chatham él estaba en buena posición económica y en casa disponíamos de una biblioteca bastante nutrida de buenos ejemplares. Entre aquellos libros descubrí "El Quijote" de Cervantes y "Gil Blas de Santillana" de Lesage. Fueron muy interesantes por los conocimientos que me dieron del noble arte de escribir. Ustedes pueden sentirse orgullosos de Cervantes, uno de los genios literarios más grandes que han existido. Aquel oasis económico duró bien poco e incluso todos los ejemplares de aquella biblioteca hubieron de ser vendidos para pagar a los acreedores que nos acosaban.
Hace una pausa y adopta una expresión grave
- Confieso que cuando era niño no comprendía cómo mi padre podía comportarse como lo hacía y nos obligaba a cosas que detestábamos. Yo mismo tenía que cuidar de mis hermanos pequeños lo cual me privaba de acudir al colegio. Eso me enfurecía y tal que podía evadirme callejeaba por Canden Town. En ocasiones me arriesgaba en el Soho o Limehouse, sitios no especialmente recomendables para un chico de corta edad.
- También trabajó usted en una fábrica de betún....
- Se lo dije a mi amigo John Forster, el primero que se interesó en escribir mi vida, y ahora se lo digo también a usted. Aquel episodio es una cuestión tan dolorosa que prefiero no hablar de ello. No he podido olvidarlo jamás, e insisto no voy a decir nada más sobre ello.
- Es extraño Sr. Dickens porque personas eminentes de la política o de las artes se han jactado de haber lavado platos o de vender periodicos por la calle ¿por qué considera un agravio tan grande o un secreto tan vergonzoso el haber trabajado en una fábrica de betún?
- No insista, por favor, punto final a ese asunto.
Logro cerrar el grifo de mi curiosidad y tras una pausa cambio de tema.
- A pesar de todas las vicisitudes de su niñez entra en su juventud con una formación más que respetable y con un puesto de trabajo envidiable en un despacho de abogados, ganando quince chelines a la semana.
- Sí, pero me aburría soberanamente y lo que es más importante , en aquel bufete no iba a prosperar así que valiéndome de mis conocimientos ingresé como relator en el Tribunal Consistorial de Doctors' Commons (Tribunal eclesiástico de Londres)
- En esa época se enamoró por primera vez ¿cierto?
El semblante del maestro se ilumina
- ¡Ah, la pícara Maria Beadnell!¡cuántos quebraderos de cabeza le dió al joven Charles!.....Han pasado muchos años, demasiados. Era una coquetuela empedernida. Prometía todo y te quitaba todo. Mi inexperiencia juvenil me impedía ver que ella lo único que trataba era de divertirse conmigo. Excitarse con la experiencia de un amante, pero sabía demasiado bien que yo no tenia ni un penique. Aquello se quebró. Pero ¿sabe? volvimos a vernos años más tarde. Las cosas habían cambiado. Ella era una mujer casada. Había engordado demasiado y sus modales eran vulgares y estúpidos.
- ¿No fue una cierta venganza utilizarla, como personaje en alguna de sus novelas?
- ¡Vaya, todo trasciende! Efectivamente ella es la Flora Finching de "La pequeña Dorrit" y la Dora de "David Copperfield".
- Entramos en los comienzos de su vida literaria. ¿Cómo empezó a emplear su imaginación por medio de la pluma?
- El aburrimiento, sencillamente el aburrimiento. Llevaba alrededor de un año trabajando en la Cámara de los Comunes. Teníamos horas libres para leer "The Morning Chronicle". En ese medio se publicaban cientos de historias que ocurrían en las calles de Londres. Pensé que yo podía también escribirlas y así lo hice, pero no me pagaron ni un penique por ellas.
- Ya, igual que nos ocurre a los blogueros en internet.
- ¿Perdone?....no lo he entendido....¿blogueros?...¿internet?
- No, no se preocupe Sr. Dickens, ha sido un "lapsus liguae" de mi época. Continue, por favor.
- Sí, le decía que no me pagaron nada por aquellas historias, pero hubo alguien que se fijó en ellas. Un editor , llamado Mr. Macrone, me propuso editarlas en dos volúmenes, ilustrados por Cruickshank. Convinimos en titularlos "Cuentos de Boz". He de decir con la mayor complacencia que recibí muy buenas críticas y un sustancioso bocado económico. Nada menos que ciento cincuenta libras.
- ¡Una gran fotuna! sobre todo para un joven que no tenía ninguna experiencia literaria. Tengo entendido que su primera novela "Los papeles póstumos del Club Pickwick" fue un encargo que en principio usted era reacio a escribir.
- El encargo era una narración sobre un club de deportistas, tema en el que confieso no saber nada. Los deportes nunca han sido mi fuerte....pero los honorarios eran demasiado tentadores para resistirse. Ciertamente los primeros cinco números no tuvieron mucho éxito, pero pronto todo Londres se volvió "pickwickariano". Lo comerciantes utilizaban esta palabra para recomendar sus artículos, las mascotas se llamaban como los personajes de la novela e incluso se compusieron canciones. Aquel inusitado éxito me llenó de satisfacción.
- Fué lo que en mi siglo llamaríamos un éxito mediático, pero tengo que hacer hincapié en algunas críticas de ilustres escritores que no se sumaron al agasajo popular. Tackeray dijo "Admito su genio, pero aborrezco su arte", Huxley, "Dickens pierde la facultad de ver la realidad" o el muy negativo Brookfield, "La estructura es horrible. Seguramente jamás ha existido u na novela peor"......
- Le cito a Polibio que señalaba "Tan fácil es censurar los errores como difícil no incurrir en ellos". Como comprenderá todo artista de éxito es un blanco fácil para los que solo se preocupan de disparar dardos.
Mi entrevistado, considerado uno de los más grandes narradores de todos los tiempos , yergue su cabeza con orgullo. Sabe positivamente que tras "Oliver Twist", "Nicholas Nickleby" y "La tienda de Antiguedades" su carrera no va a detenerse en su ascenso. Macready, el empresario más prestigioso del Covent Garden da una cena de despedida. En agradecimiento a la dedicatoria que Dickens le ha regalado en su libro "Niccholas Nickleby" le invita al evento. Allí está la flor y nata de la sociedad londinense presidida por el Duque de Cambridge. El joven maestro se luce con su oratoria. En su aun corta experiencia mundana ha aprendido a decir solo aquello que es importante decir y calla aquello que no le conviene. Se ha convertido en un perfecto hombre de mundo. El sabe y valora que sólo unos años antes apenas parecía encontrar mundo para ser hombre.
Ha caido la noche y aun hay muchas cosas que el escritor tiene que desvelarme , pero las sombras parecen fundirlo y mi tiempo en el pasado se disuelve. Espero que se me conceda una segunda oportunidad. Confio plenamente en ello.
-
28 comments:
¡Emocionante viaje al pasado ANRO!. Demuestras mucha pasión y un gran conocimiento no sólo de la obra sino también de la vida de Dickens. Charles Dickens fue tan único como Cervantes, un creador de historias inimitable. Me gusta mucho el detalle que tuvo Dickens de nombrar El Quijote de Cervantes y me gustó especialmente la parte en que habla del primer amor: "prometía todo y te quitaba todo"...una frase genial, muy descriptiva. Muy buen texto, espero que pronto vuelvas a viajar y consigas terminar la entrevista. Ahora voy a pensar dónde me gustaría a mí viajar...
Muy interesante, Antonio, esa semblanza de Dickens que nos presentas, un acercamiento a un autor imprescindible para cualquier cinéfilo que se precie como degustador de buenos guiones que usualmente nacen de esas pieza literarias de tu huésped, que espero seguir en otra ocasión.
Un abrazo.
Como siempre, Anro, intenso, interesante y muy, muy original. Un escritor muy interesante y sumamente cinematográfico.
Te animo a que emprendas otros viajes y nos acerques esas "entrevistas" necesarias y fundamentales.
Un abrazote (made in Anro)
Anro, debo confesar que no he leído nada de Dickens. Es algo de lo que se burla de vez en cuando un amigo, al que yo ya me adelanto diciendo "y sí, digo esto sin haber leído a Dickens".
Otra cosa son sus adaptaciones cinematográficas o televisivas, que sí he visto y disfrutado (las de Lean me parecen muy logradas).
Lo de la fabrica de betún...
Ahora mismo llevo ya dos años (con un parón de unos meses)trabajando en una papelera que recicla papel y cartón. Y sí, todos los oficios y trabajos son muy dignos, etc, etc... Pero esos políticos o artistas que se vanaglorian de haber limpiado platos o vender periódicos por la calle... dudo que hubieran pasado la penalidad que supondría trabajar en aquella fábrica... Entiendo a Dickens más de lo que crees. Si hay veces que pensamos que ciertos trabajos son una ... (el mío, por ejemplo, y no sólo porque está mal pagado)... sitúate en aquella época con más horas, menos salario, condiciones laborales durísimas y explotación industrial (como ahora pero a lo grande, que era la época de revolución industrial, ¿no?) y ya te digo que entiendo a Dickens.
El post me ha gustado mucho. Mi mujer leyó una biografía sobre Dickens que debe estar por ahí... A ver si me pongo con sus obras.
Un abrazo.
Que maravilla Anro, y que derroche de imaginación, convertir una reseña sobre un autor en una “entrevista en el tiempo”, me ha encantado leerla.
La verdad es que de la vida de Dickens conocía más bien poco, no así de su obra literaria, y me ha gustado descubrir los detalles de su biografía a través de esta magnífica entrada que le dedicaste, tu manera de describir, de poner en situación al lector, ha conseguido trasportarme a ese otro tiempo al que viajaste para realizar la entrevista, tal parece que te estuviera viendo allí, entre todo esa gente, y a solas con él, entrevistándole…
Deseando estoy leer el segundo.
Por cierto, la adaptación de Lean me parece una de esas películas que merecen muy mucho la pena.
Un abrazo muy fuerte.
Hola Anro,felicidades por la entrevista al señor Charles muy buena y como colabora el tio ja,ja,ja.
de Dickens he leido Oliver Twist un libro bueno..he visto varias adaptaciones de sus obras unas me han gustado y otras no..
sobre todo hay dos que se repiten bastante la citada Oliver Twist y Cuentos de Navidad..
saludos
Precisamente hace muy poco he leído El último DIckens, Antonio, y refleja muy bien toda la época y el ambiente que rodearon a este gran escritor. Afortunadamente ha tenido muchas y buenas adaptaciones, aunque casi que la que prefiero, por el impagable retrato de los personajes secundarios, es la de David Copperfield, con W.C. Fields dando lecciones de economía.
Asi que cerramos los ojos y podemos imaginar que viajamos en el tiempo Uhmmm..¡ eso molaria mucho
Antonio ! o en su defecto nos pasamos por tu blog...ja ja. Es una ventaja conocer a los personajes de 'primera mano' y en 'Primera plana'.
Un abrazo sr. Reportero XD
Mi segunda película que me llevaría a una isla desierta es "Cadenas Rotas" de David Lean, que es una adaptación de "Grandes esperanzas". Creo que es un fidedigno cuadro del mundo de Dickens, con sus miserias, sus personajes pérfidos y sus complicadas historias de amor. Cuando se descubren todos los secretos de "Cadenas rotas" una emoción díficil de contener te asalta y te abraza con el vigor de las grandes historias.
LA GUARIDA DEL EREMITA
Viajar al pasado, Marcos, de la mano de estos tipos es una experiencia única. Desde muy joven, Dickens, me ha fascinado. Su forma de narrar, sus historias, sus múltiples personajes.....Se me ocurrió que esta entrevista era una forma amena de transmitir una diezmillonésima parte de la apasionante obra y vida de esta figura literaria.
Un abrazote.
Para los cinéfilos porque muchas de sus obras han sido llevadas al cine con buena fortuna la mayoría de ellas y para los lectores por la fascinanción que transmiten sus historias.
Sí que vas a seguir con este huesped muy pronto.
Un abrazote.
Me alegro que te guste mi faceta "periodistica" con personajes del pasado, Crowley. Sí, espero tener suficiente energía para viajar al pasado alguna vez que otra, siempre que el cacharro de H.G. Wells me lo permita.
Ja, ja, ja, muy agudo lo del made in.
Un abrazote.
Hombre David, eso sí que no me lo creo, incluso hay un comic de Will Eisner basado en el personaje del judío Fagin. Pero bueno, nunca es tarde si la dicha es buena y con Dickens te aseguro que lo es.
Llevas razón, cuando uno está jodido con el trabajo (yo también he pasado por eso)se entiende que no le recuerden a uno esas "experiencias".
Trato de que todas las preguntas y respuestas estén de acuerdo con la realidad histórica del personaje.
Un abrazote.
No sabes, Vivian, la satisfacciòn que me producen vuestros comentarios. No por el halago que puedan suponer sino porque he conseguido lo que me proponía.
Puedes estar segura de que los datos que aporto son absolutamente históricos y el carácter del personaje está basado en las descripciones que de él dieron sus contemporáneos.
Seguro que vas a poder leer una segunda parte. Quise hacerlo así para que no fuera tan largo.
Hablaré de las adaptaciones cinematográficas y haré opinar de ellas al personaje, obviamente esto será completamente de mi invención.
Un abrazote.
Gracias, Lázaro por compartir este divertimento. Pues sí, el tipo es la mar de cooperador, pero sabe escurrirse muy bien, no creas.
La verdad es que esas dos pelis que citas se han prodigado con diversa fortuna infinidad de veces.
Un abrazote.
Alicia, justamente ayer domingo, en la Feria del Libro de Las Palmas consegui un ejemplar antiguo de una novela del maestro que desconocí "Barnaby Rudge", por supuesto empezaré a leerla ya mismo.
David Copperfield, novela es mi preferida, en su adaptación al cine no la he visto. Ahora no tengo excusa.
Un abrazote.
Ja, ja, ja, Abril, esta máquina del tiempo de Wells no sabes las satisfacciones que me está dando. Espero seguir usándola, siempre que él me lo permita, de manera que habrá que hacerle un homenaje alhombre. Todo se andará
Gracias por el título que me concedes, sabré utilizarlo lo mejor posible.
Un abrazote
Pepe Cahier, bienvenido a esta casa, que es la tuya.
Sí "Cadenas Rotas" es muy buena, pero volvemos al relato "Grandes Esperanzas" es absolutamente magistral.
Un abrazote.
Acepto tus elogios, Vivian, porque eso quiere decir que cumplo con mi tarea de entretener a los amigos.
Ten por seguro que todos los datos que doy, tanto en las preguntas como las respuestas son absolutamente históricos.
Pronto leeras el segundo, te lo prometo.
Un abrazote.
Es es casi imperdonable, David, sobre todo habiendo un cómic extraordinadio de Will Eisner basado en el personaje Fagin de "Oliver Twist". Me alegra que decidas ponerte a la tarea.
Sí es muy jodido hablar de malas experiencias, sobre todo cuando te sientes explotado. Entiendo perfectamente el caso, yo tambien he pasado por ahí.
Un abrazote.
Me ha encantado, interesante y original. Incluso me dan ganas de hacerte algún encargo si vuelves a viajar al pasado como entrevistador.
De Dickens he leido "Almacén de Antigüedades" y me pareció muy bueno.
La mayoría de escritores y escritoras de aquella época tenían una forma de escribir muy peculiar. No sé como explicarlo. Quizás un lenguaje demasiado exquisito.
Un abrazo.
Para que luego hablen mal del aburrimiento, mira lo que dio de si en la obra de Dickens. Recuerdo que la primera obra que leí fue la Pequeña Dorrit en aquellas colecciones de texto y dibujos. Imborrables en la memoria.
Un abrazo, estos viajes tuyos al pasado son una pasada si me lo permites
Nada, nada, tú encarga lo que quieras Bruja Truca que ya estoy cogiendo experiencia en estos viajes.
Estos escritores victorianos (también Galdos en España) eran unos monstruos escribiendo, pero lo hacían divinamente.
Un abrazote.
Eran unas colecciones fantásticas, Alma, y una forma preciosa de iniciar en literatura. A mí me fascina este hombre y su capacidad de creación.
Me alegro que estos trabajitos te parezcan una pasada. Como siempre digo estas muestras de todos vosotros me animan a seguir trabajando haciendo todo esto que nos gusta.
Un abrazote.
Pues ya que me das permiso para encargar entrevistas en tu próximo viaje en el tiempo, siento curiosidad por Virginia Woolf. Lo sé, seguro que es dificil de entrevistar. No pasa nada si no te da una cita.
Otro abrazo.
Intentaré concertar una cita con nuestra querida Virginia. Tengo algunos buenos contactos con el grupo de Bloomsbury y seguro que algo harán en mi favor.
Creo Bruja Truca que puede ser una buena idea. Dame un poco de tiempo porque en un par de semanas salgo de vacaciones y no volveré a abrir el blog hasta el día 10 de Junio. Prometido queda.
Un abrazote.
Fenomenal, compa Antonio; vaya formato gracioso y sandunguero que te has "montao" para traernos (que eso sí es ya más habitual) información nutritiva y cuantiosa sobre el personaje en cuestión -un hombre de cuya obra y circunstancia, poco, más bien casi nada, conocía antes de leer esta tu reseña-. Enhorabuena por el empeño, y a esperar que no tarde la segunda parte (y sobre pedir, pedir, no voy a pedir... todavía, que todo se andará...).
Un fuerte abrazo y buen día.
Le decía, Manolo, al amigo Josep que estas pequeñas ideas sirven para condimentar los platos blogueros. Afortunadamente los amigos que componemos esta mesa redonda disponemos de buen material para que nuestros platos literarios salgan decentitos. Lo que más me gusta de todo ésto es que los que me leais salgais satisfechos y contentos y si encima os puedo aportar algún pequeño conocimiento pues cojonudo.
Un abrazote y buen fin de semana.
Post a Comment