La buena lectura, es como una droga intelectual. Te chutas un libro de mil páginas y tan pronto lo colacas en tu biblioteca se te van los ojos hacia otro de similar tamaño......naturalmente, señoras y señores, para leer cosas de ese calibre hay que tener tiempo, pero afortunadamente algunos ya gozamos de ese privilegio.
Este pequeño preámbulo viene al caso porque estoy en la labor de zamparme la obra del escritor Thomas Mann, algo que siempre había querido y nunca había podido hacer y leyendo "La montaña mágica" he descubierto este fragmento, en el que describe una sesión cinematográfica, que paso a transcribir para vuestro goce:
"....una tarde llevaron a Karen Karstedt al cinematógrafo de Davos Platz. Aquella atmósfera viciada que les molestaba físicamente a los tres, acostumbrados a respirar siempre el aire más puro, que les oprimía los pulmones e incluso les mareaba un poco, estaba, sin embargo, llena de vida: cientos de imágenes, de fugacísimos momentos, centelleaban, se sucedían, permanecían trémulas en el aire y se apresuraban a desaparecer sobre la pantalla, ante sus doloridos ojos, al compás de una sencilla música que interpretaba aquella infinita sucesión de fragmentos d presente, como una línea que narraba un pasado y que, a pesar de lo limitado de sus recursos, lograba recrear una muy amplia gama de sentimientos y ambientes, desde la solemnidad y la ponpa hasta la pasión, el desenfreno o la más sugerente sensualidad.
Lo que veían era un a trepidante historia de amor y crímenes que- sin otro sonido que el de la música- se desarrrollaba en la corte de un país de Oriente en la que no faltaba de nada: emoción , lujo deslumbrante, bellas mujeres semidesnudas, un tirano soberbio, un pueblo oprimido lleno de furor religioso, crueldad a raudales, codicia, sed de sangre y - cuando el primer plano lo ocupaban los músculos del brazo del verdugo-un realismo casi excesivo; en resumen: todos los elementos necesarios para satisfacer los deseos inconfesados del público internacional. Settembrini, como hombre de juicio, sin duda habría condenado severamente una representación tan poco humanista y, en nombre de su ironía serena y clásica, habría criticado el abuso que se hacía de la técncia para dar vida a unas imágenes que rebajaban la dignidad humana de semejante manera. Eso pensaba Hans Castorp y así se lo dijo en voz baja a su primo. En cambio, la señora Stöhr, que también estaba allí, sentada no lejos de ellos, parecía totalmente cautivada por la historia, y su cara coloradota e ignorante estaba desencajada de gusto.
Por otra parte, los demás espectadores tenían la misma cara. No obstante, cuando la última imagen de la última secuencia se desvaneció, volvió ha hacerse la luz en la sala y el escenario de todas aquellas visiones se reveló como una simple pantalla en blanco, el público no pudo aplaudir. Allí no había nadie a quien agradecerla la brillante actuación, a quien hacer salir a escena a saludar con una gran ovación. Los actores que se habían reunido para aquel espectáculo se habían esfumado desde hacía tiempo; no se habían visto más que las sombras de sus hazañas: los millones de imágenes y brevísimas instantáneas en que se habían descompuesto sus actuaciones para poder captarlas y reproducirlas después cuantas veces se quisiera a una velocidad vertiginosa que, como por arte de magia, las transformaría de nuevo en tiempo, en decurso. El silencio de la multitud despues de aquella ilusión era un tanto apático, un tanto incómodo. Las manos que no podían aplaudir se encontraban importentes ante la nada. La gente se frotaba los ojos, mirando fíjamente hacia el vacçia, sentía vergüenza con tanta luz y anhelaba volver a la oscuridad para mirar de nuevo, para ver de nuevo cómo aquellas cosas pasadas volvían a hacerse presentes desde el principio ilustradas por la música."Sigue Mann hablando de la película en cuestión, pero nunca nos desvela el título de la misma, concluye la sesión diciendo: "Una viva claridad inundó la pantalla y se proyectó la palabra "Fin". La representación había terminado y la sala empezó a vaciarse en silencio, mientras que un nuevo público se apretujaba a la entrada desenado disfrutar de una nueva repetición de aquel ciclo."
Un siglo exacto nos separa de esa sesión que Mann nos describe. Todo un siglo en el que las imágenes proyectadas han devenido en miles de historias, orquestadas por docenas de hombres que elevaron un espectáculo de feria a obras capaces de emocionar con gran intensidad. Repletas de tanta vida y en ocasiones incluso más que la ofrecida por una representación escénica.
Valga el ejemplo, que os pincho a continuación , para meditar sobre la suerte que hemos tenido de vivir una edad dorada del cine.......Su futuro, me refiero al del cine, es algo demasiado complicado de predecir.
Este pequeño preámbulo viene al caso porque estoy en la labor de zamparme la obra del escritor Thomas Mann, algo que siempre había querido y nunca había podido hacer y leyendo "La montaña mágica" he descubierto este fragmento, en el que describe una sesión cinematográfica, que paso a transcribir para vuestro goce:
"....una tarde llevaron a Karen Karstedt al cinematógrafo de Davos Platz. Aquella atmósfera viciada que les molestaba físicamente a los tres, acostumbrados a respirar siempre el aire más puro, que les oprimía los pulmones e incluso les mareaba un poco, estaba, sin embargo, llena de vida: cientos de imágenes, de fugacísimos momentos, centelleaban, se sucedían, permanecían trémulas en el aire y se apresuraban a desaparecer sobre la pantalla, ante sus doloridos ojos, al compás de una sencilla música que interpretaba aquella infinita sucesión de fragmentos d presente, como una línea que narraba un pasado y que, a pesar de lo limitado de sus recursos, lograba recrear una muy amplia gama de sentimientos y ambientes, desde la solemnidad y la ponpa hasta la pasión, el desenfreno o la más sugerente sensualidad.
Lo que veían era un a trepidante historia de amor y crímenes que- sin otro sonido que el de la música- se desarrrollaba en la corte de un país de Oriente en la que no faltaba de nada: emoción , lujo deslumbrante, bellas mujeres semidesnudas, un tirano soberbio, un pueblo oprimido lleno de furor religioso, crueldad a raudales, codicia, sed de sangre y - cuando el primer plano lo ocupaban los músculos del brazo del verdugo-un realismo casi excesivo; en resumen: todos los elementos necesarios para satisfacer los deseos inconfesados del público internacional. Settembrini, como hombre de juicio, sin duda habría condenado severamente una representación tan poco humanista y, en nombre de su ironía serena y clásica, habría criticado el abuso que se hacía de la técncia para dar vida a unas imágenes que rebajaban la dignidad humana de semejante manera. Eso pensaba Hans Castorp y así se lo dijo en voz baja a su primo. En cambio, la señora Stöhr, que también estaba allí, sentada no lejos de ellos, parecía totalmente cautivada por la historia, y su cara coloradota e ignorante estaba desencajada de gusto.
Por otra parte, los demás espectadores tenían la misma cara. No obstante, cuando la última imagen de la última secuencia se desvaneció, volvió ha hacerse la luz en la sala y el escenario de todas aquellas visiones se reveló como una simple pantalla en blanco, el público no pudo aplaudir. Allí no había nadie a quien agradecerla la brillante actuación, a quien hacer salir a escena a saludar con una gran ovación. Los actores que se habían reunido para aquel espectáculo se habían esfumado desde hacía tiempo; no se habían visto más que las sombras de sus hazañas: los millones de imágenes y brevísimas instantáneas en que se habían descompuesto sus actuaciones para poder captarlas y reproducirlas después cuantas veces se quisiera a una velocidad vertiginosa que, como por arte de magia, las transformaría de nuevo en tiempo, en decurso. El silencio de la multitud despues de aquella ilusión era un tanto apático, un tanto incómodo. Las manos que no podían aplaudir se encontraban importentes ante la nada. La gente se frotaba los ojos, mirando fíjamente hacia el vacçia, sentía vergüenza con tanta luz y anhelaba volver a la oscuridad para mirar de nuevo, para ver de nuevo cómo aquellas cosas pasadas volvían a hacerse presentes desde el principio ilustradas por la música."Sigue Mann hablando de la película en cuestión, pero nunca nos desvela el título de la misma, concluye la sesión diciendo: "Una viva claridad inundó la pantalla y se proyectó la palabra "Fin". La representación había terminado y la sala empezó a vaciarse en silencio, mientras que un nuevo público se apretujaba a la entrada desenado disfrutar de una nueva repetición de aquel ciclo."
Un siglo exacto nos separa de esa sesión que Mann nos describe. Todo un siglo en el que las imágenes proyectadas han devenido en miles de historias, orquestadas por docenas de hombres que elevaron un espectáculo de feria a obras capaces de emocionar con gran intensidad. Repletas de tanta vida y en ocasiones incluso más que la ofrecida por una representación escénica.
Valga el ejemplo, que os pincho a continuación , para meditar sobre la suerte que hemos tenido de vivir una edad dorada del cine.......Su futuro, me refiero al del cine, es algo demasiado complicado de predecir.
36 comments:
No he leído nada de Thomas Mann, compa Antonio, pero el texto que has reproducido sobre la sesión cinematográfica es, sencillamente, impresionante: cómo, de qué manera tan vívida nos transmite esas sensaciones tan difíciles de describir para los que no somos duchos con la pluma, aunque podamos, después de mil y una sesiones de sala oscura, y salvando las distancias de su contexto, tan diferente al nuestro, identificarlas de manera evidente. Y tu "broche" reflexivo acerca del futuro del cine, preciso y precioso. Y certero. ¿Para bien, para mal? Pues ya veremos, compa, ya veremos...
Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
Que grande es Melies. El texto es muy curioso. ¿Pones la foto de Cabiria porque crees que se refiere a ella? ¿O simplemente por representar el tipo de cine que se describe? Si hace un siglo exacto sería imposible porque Cabiria es de 1914, aunque supongo que te referías a un siglo aprox. Por cierto, como cuesta encontrar la versión de 4 horas de Cabiria en la que participó en su restauración Scorsese.
¡Qué suerte disponer de tiempo para leer! Aunque seguro que te lo habrás ganado. Yo estoy en una etapa bien distinta con un niño de menos de un año y trabajando muchas horas, así que no sé ni de donde saco el tiempo para ver películas y para el blog... Será porque lo necesito. Un abrazo.
Me ha encantado esta entrada. Como Manuel, no he leído nada de Mann, pero ma han impresionado sus palabras. Debo decir que yo aún carezco de ese "privilegio" de poder leer libros y libros y más libros porque el tiempo es escaso. Tendré que tener paciencia. Abrazos Antonio.
Pues he decir, Anro, que La montaña mágica es uno de los pocos libros que no he podido terminar. Me parecía aburridísimo y lo dejé a las 200 y pico páginas.
Lo que más me ha gustado de todo, el vídeo de Méliès. Me encantan sus efectos especiales.
Espero que disfrutes el libro.
Un abrazo.
Es una descripción magnífica. Te diré que no he leído La montaña mágica, pero gracias a Murakami me ha entrado el gusanillo. En una columna de Rosa Montero, creo que era, decía que no hay que agobiarse con los libros tochos, que no pasa nada por pasar más rápido de lo normal algunas páginas que, evidentemente, son de relleno. Ponía un ejemplo con La Montaña mágica. Ya nos contarás.
Yo, como Manuel en el primer comentario... no he leído nada de Thomas Mann tampoco. Un amigo de la red ha leído el de La montaña y le ha gustado mucho. Pero no sé...
Te hago la misma pregunta que hacen por aquí. ¿Qué peli crees que era?
Un saludito.
Yo sí que lei "la Montaña mágica" hace unos 15 años y el pasaje que narras lo recuerdo vagamente.
Sobre el libro decirte que me maravilló (aunque admito que al principio es durillo) es hermoso y muy lírico. El microcosmos del balneario-sanatorio con los personajes arquetípicos del XIX (es imposible no encariñarse con el joven Castorp y con Settembrini), un lugar donde todo fluye con naturalidad y con magia pese a sualejamiento del mundo real.
Pendiente tengo "Muerte en Venecia" pero me da una cierta pereza, la película de Visconti es tan buena que me resulata incómodo enfrentarm a otra versión de la misma historia (aunque la de mann sea el original).
un abrazo y enhorabuena por la entrada... y por el tiempo libre.
Un saludo
Amigo Manolo, el texto me llamó mucho la atención. Es una descripción absolutamente vívida de cómo era el cinematógrafo en 1912. Hoy mismo he tenido una experiencia absolutamente contraria. He tenido que salirme del cine porque me era imposible tragar el bodrio en el que por error me había metido. He empleado el antídoto de ver una buena película de mi repertorio, que en honor a Sidney Lummet ha sido "Donce hombres sin piedad"...Eso sí es cine.
Un abrazote.
Pues mira David, no tengo idea de qué película está hablando Mann, él no dice el título. Efectivamente no puede ser Cabiria, ya que Mann situa la acción de "La montaña mágica" en 1912....Habría que rastrear, pero incluso cabe la posibilidad de que sea una de esas cintas perdidas....en fin.
Sí amigo, comprendo que te falte tiempo, pero no te preocupes que todo llega en esta vida.
Un abrazote.
Marcos, bien dices que tener tiempo para leer es un privilegio, lo reafirmo, pero creo que apretando un poquito las cosas siempre queda un ratito para deleitarse con buenas lecturas.
Un abrazote.
Ja, ja, ja amigo Einer, ya tuviste suficiente con doscientas páginas...pero te aseguro que conforme te adentras en esa "residencia" más te va fascinando. De todas formas estás en tu soberano derecho de aburrirte. Ahora, cuando contesto a tu comentario he superado las 600 paginas.
Un abrazote.
Es cierto que Marukami cita esta obra de Mann. Siempre había tenido respeto en abordar a este autor, pero desde que me he hecho con toda su obra lo he convertido en un reto. Sí, a veces he pasado hojas en obras de otros autores, pero con éste estoy sorbiendo cada palabra.
Un abrazote.
Yo creo que te gustaría, David. De hecho te recomiendo su lectura. Creo que a la vista de la experiencia voy a seguir con Doktor Faustus y Los Buddenbrook...despues seguiré con las novelas cortas como "Muerte en Venecia"...en fin, espero vivir suficiente je, je, je
Pues te digo lo mismo que a Manolo. Mann no cita la peli y yo puse el cartel de Cabiria por la proximidad de la época en que se desarrolla el relato.
Un abrazote
Bueno, amigo David segundo, ya tengo un colega que ha sentido lo mismo que yo al leer esta fascinante novela. Coincido en lo de "durilla", pero cuando superas las cien páginas te metes en la piel de Castorp y te quedas apubullado con las teorías humanísticas de Settembrini...¡genial!
¿Sabes que Fellini siempre tuvo el deseo de realizar "La montaña mágica" ?...desdeluego habría sido el director ideal.
Un abrazote.
Que puñetero eres, Antonio, ahí dando envidia de la buena al personal, ahora que merecidamente puedes.
Espero que te guste el libro y que cuando lo acabes nos hagas un resumen en quince líneas.... que andamos mal de tiempo...
Ha sido muy interesante conocer ese interés del autor para con el naciente arte que, como bien apuntas, sigue desarrollándose un siglo después.
Un abrazo.
Te preguntas por el futiro del cine. Yo en más de una ocasión me pregunto por el futuro del espectador. Acabo de enterarme de que en algunos colegios de secundaria las lecturas obligatorias son la saga Crepúsculo y la saga Alatriste.No es ninguna broma.Ello me lleva a recordar que en cierta ocasión, en una de sus visitas a España,en una entrevista le preguntaron a Orson Welles de donde provenía su genio artístico.Atentos a la respuesta y cito: "es cierto que soy un constante manantial del que no dejan de brotar ideas, y que improviso mucho. Ahora bien, gran parte de mi personalidad artística es prestada. Leo sin cesar, infatigablemente, visito museos y adoro la pintura; me interesa la historia y el pensamiento. Soy un asiduo de la ópera y el teatro clásico y lamento no haber dedicado más tiempo al violin y al piano.Viajo cuanto puedo y saboreo otras culturas. Y ya se sabe,soy un apasionado de la cocina en cualquiera de sus variantes.En suma, me interesa la condición humana.Y quisiera concluir diciendo que tal vez la palabra genio me venga grande".Que cada cual saque sus conclusiones. Un saludo.
Supongo que en el futuro habrá evolución, como siempre hubo en el arte, y saldrán cosas nuevas, aunque unas veces cueste más que otras. Un saludo, ANRO, y muy buena reflexión.
No hay suficiente tiempo ni excesiva calma para leer y reflexionar sobre todo lo que nos ofrecen las obras de éstos grandes y a veces hasta resulta dificil entenderles.. pero ya estás tú que eres un "ratón" de biblioteca un hombre amante de la buena literatura y un escribidor de los que encanta y nos lleva cual flautista de Hamelin por senderos luminosos..:-)
Apoyo la mociñon del amigo Josep :
Que te guste el libro y nos lo resumas en quince lineas !! :-D
Un abrazo
Que apoyo la moción quiero decir...¡ lo siento cada vez escribo peor con las teclas..!
He de volver a la ligera pluma de ave del paraiso..je je
:-D
Yo aceptaría encantado que ANRO hiciese de flautista de Hamelin, abril, no sólo digo literario, sino cultural... lo seguiría gustoso.
Por cierto, ANRO, ando con UM amor de Swan del señor Marcel y es densa, pero hermosa; a veces cuesta un pelín, pero se va llevando y se disfruta.
Amigo Josep, no es mi intención, para nada, daros envidia con mi tiempo libre, es una custión normal que sucede cuando transcurre la vida y te lleva a un páramo desde donde miras las cosas bajo otro prisma mucho más calmado.
El libro me gusta mucho, pero me temo que no se pueda resumir en quince líneas. El hilo argumental es muy simple, ya que se trata de la experiencia de un joven tuberculoso en el hospital-residencia de DAvos. Lo realmente impresionante de "La montaña mágica es el profundo análisis que realiza Mann sobre la condición humana y la habilidad del escritor en construir unos personajes, que nunca te suenan a falsos...creo que eso ya es muy importante.
Esa página dedicada a una sesión cinematográfica me entusiasmó.
Un abrazote.
No me puedo creer amigo V que la saga Crepúsculo sea de obligada lectura en un instituto...¡Tremendo!...Entonces hay que empezar a preocuparse del futuro ya no solo del cine, sino de la cultura.
Orson Welles fue un gran personaje. Esa respuesta es muy ilustrativa para todos los que queremos aprender a tener ideas.
Un abrazote.
A veces amigo Javi, suele haber involución....no peco de ser pesimista pero lo que cuenta el amigo V es realmente preocupante. Caminamos, mejor galopamos, hacia esa sociedad que describió Bradbury en su novela Fahrenheit 451, donde se perseguían a todos aquellos que poseían libros y dominaban las grandes pantallas televisivas....en fin.
Un abrazote.
Ja, ja, ja, Flautista de Hamelin no, por favor, amiga Abril, ten en cuenta que los niños seguidores del famoso flautista desaparecieron del mapa y yo no quiero que nadie desaparezca por mi culpa.
En serio, lo que sí me congratula es toda la buena disposición que tú y los amigos teneis hacia mí. Eso sí es un goce y un privilegio.
Ya le contesté a Josep sobre la imposibilidad de resumir el texto de Mann.
Y no te importe las equivocaciones en el tecleteo, a todos nos pasa igual.
Un abrazote.
Amigo Javi, Marcel Proust es otro autor que hay que leer con tranquilidad y mesura. Los siete volumenes que componen "En busca del tiempo perdido" es una de las mayores experiencias literarias para todo amante de las letras.
Yo tengo la versión integral que editó Alianza Editorial. Tómate la lectura con calma y gózala.
Un abrazote.
Hola Anro, te he conocido por David y Cristina y su gran blog de ciclos de cine y ya soy una seguidora tuya a ojos cerrados por tu gran post del grande Thomas Mann del que me leí hace tiempo la montaña mágica y recuerdo que me costo un poquito. También leí muerte en Venecia, esta última me encanto, bastante autobiográfica.
Gracias por compartir con nosotros tus buenas aficiones por el cine y la literatura.
Besotes
Bienvenida a esta casa amiga Lala, ya ves que estamos entre amigos charlando tan ricamente de cine, de literatura y de lo que haga falta. Thomas Mann es un gran escritor y como ves por el fragmento que incluyo, parece ser que le gustaba el cine. Vienes muy bien recomendada, amiga.
Un abrazote.
Amigo Anro,
toda la razón del mundo en que la buena lectura es como una droga deliciosa de la que no me quiero desenganchar jamás.
Sí, sí, maldito, ya sé que tienes tiempo libre, jejeje, aunque imagino que bien merecido, dicho sea de paso ;)
De Thomass Mann leí en el Instituto partes de La Montaña Mágica. Luego me lo leí entero movido por la curiosidad de que era un referente para el director Antonioni, y he de decir que me encantó.
¿A qué película se referirá ese extracto?... pues ni idea, pero es una maravilla de descripción.
Un abrazote
Hay que sacar tiempo de donde sea para poder leer a Thomas Mann pero, sin duda, tu post y este fragmento cinematográfico que transcribes nos sirven para abrir boca e imaginarnos la calidad de la novela.
Tú tienes tiempo y además sabes aprovecharlo que es lo interesante.
Sobre el futuro del cine... eso: puntos suspensivos ...
Un abrazote.
Amigo Crowley, efectivamente tengo tiempo, pero tambien un montón de cosas que hacer, ja, ja, ja.
Me pareció interesante adivinar de qué peli nos hablaba Mann, pero es un acertijo más duro que aquellos que tú nos presentas los fines de semana.
Un abrazote
Creo amiga Mucipa, que siempre hay que hacer un lugar en nuestro tiempo para leer. Es uno de los ejercicios esenciales para nuestra salud espiritual.
Mann es uno de esos animales literarios, que gozan cada letra que escriben y te aseguro que al contrario de los bestselleristas de turno su voluminosa prosa tiene muchísima sustancia.
Un abrazote.
Lástima que no seamos inmortales para ver ese futuro. Al menos, nos quedan las obras del pasado que no nos cansamos de ver y que seguimos descubriendo.
Algún día me atreveré con esa Montaña Mágica de la que tan bien me han hablado.
Un abrazo!
Mi padre me inculcó el gusto por la lectura y en mi casa estaban "La montaña mágica", "Dr. Fausto" y "Muerte en Venecia" De jóven leí "La montaña mágica" pero no las otras. A raiz de la película de Visconti lei "La muerte en Venecia" y "Dr. Fausto" Me parece que tengo tanto tiempo libre como tu pero me da por ver todo el cine que puedo y recuerdo.
Amigo Ethan, me conformo con los años que me de la vida...creo que he hecho un montón de cosas útiles y espero seguir haciendolas, entre ellas ver buen cine y leer buena literatura.
Espero que te atrevas con ese libro, francamente es muy bueno.
Un abrazote.
Amigo Pepe, me alegro de que tengas el mismo tiempo libre que yo. Tener una buena biblioteca creo que reporta uno de los mayores placeres intelectuales....yo la he ido completando desde hace varios años...muchos.
Naturalmente ver un montón de películas es igualmente placentero.
Un abrazote.
Habrá que atesorar el cine en nuestra cinetecas por si desaparece o se vuelve invisible. El problema es que si guardamos los libros siempre podremos leerlos, no se conque aparato visualizaremos una película como la que Mann describe.
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