Thursday, October 15, 2009

EL CRIMEN DE SOUTH ALVARADO STREET (SEGUNDA PARTE)

EN TORNO A LAS FECHAS DEL ASESINATO DE NORMAD TAYLOR

Estaba claro que los escándalos de Hollywood habían enfriado el entusiasmo del público. La gente no estaba dispuesta a seguir masticando las comedietas de aquellas "putas" y de aquellos "maricas". En una reunión de magnates se habían tomado medidas para salvar la industria. Uno de los grandes proyectos que iba a tener salida inmediata sería el espectáculo bíblico de Cecil B. de Mille "Los Diez Mandamientos".
Semanas antes del asesinato de Normand Taylor, Louis B. Mayer le comentó a King Vidor: "Como esto continue así, aquí no va a quedar industria cinematográfica". El director le contestó: "¿Y cómo puede detenerse?, a lo que el magnate dijo sonriendo: "Tenemos la solución y la vamos a poner en práctica".

En Diciembre de 1921, los representantes de tres grandes estudios enviaban una carta a los jefes de una docena de empresas para que las firmasen. En dicha carta se rogaba, fíjense en el término, se rogaba a Hays que pidiera al presidente Harding que le relevara de sus ocupaciones para dirigir una "asociación nacional de productores y distribuidores cinematográficos".
Hays se sintió alagado por la petición, se reunió con todos ellos en el famoso Delmonico de Nueva York y aceptó ser el vigilante de la moral y las buenas costumbres cinematográficas como presidente de la Motion Picture Producers and Distributors of America, Inc. El hombrecillo con orejas de murciélago no era tonto. Puso dos condiciones: "Quiero cien mil dólares anuales y algún hecho por parte de ustedes que estimule sin pega alguna el principio de moralidad que tratamos de imponer". Todos los asistentes contestaron el "si, lo haremos".

En Marzo de 1922 se emitía un comunicado en el que decía: "El poder del cine respecto a la moral y educación no tiene límite; por tanto, su integridad debe ser protegida como hacemos con la de nuestros hijos en los colegios; su calidad, desarrrollada como la de nuestras instituciones escolares...Por encima de todo existe nuestro deber de cara a la juventud. Hemos de tener esa sagrada materia, la mente de un niño, un campo limpio y virginal, una pizarra en blanco. Nuestra postura tiene que ser de idéntica responsabilidad, el mismo cuidado que adoptaría el mejor de los sacerdotes, el más inspirado educador de la juventud"





EL DIA DESPUES DEL ASESINATO

Los gritos de Peavey pusieron en guardia a ciertas personas que caritativamente llamaron a una de las más íntimas amigas de Taylor. Mabel Normad. Esta espantada, se puso en contacto inmediato con el magnate de la Paramount Adolph Zukor. En pocas horas todo Hollywood conocía la noticia. Charlotte Shelby, madre de la teenager Mary Miles Minter quien sostenía un oscuro romance con Taylor, tuvo un desmayo histérico.Un huracán voló sobre todas las redacciones amarillas de Los Angeles y el ojo estaba en el cuerpo tendido de Taylor con dos balas del calibre 38 en el corazón.
Un antiguo desertor de la marina, Edward Sands y antiguo criado de Taylor sintió que su corazón palpitaba de temor y una actriz de 27 años llamada Margaret Gibson sollozaba en su casa. Uno de los que más terror sentía, por su condición de negro y homosexual era el criado de Taylor Henry Peavey.
Aquel puñado de sospechosos no estaban tranquilos aquella mañana nublada de Febrero. Todos ellos estaban en el punto de mira del Departamento de Homicidios de la Policía de Hollywood.

TODOS LOS SOSPECHOSOS

Mabel Normand había abandonado el escenario del crimen apenas veinte minutos antes de que se produjera el suceso. Parece ser que avisada por Edna Purviance voló hacia la casa de Taylor donde la policía la encontró quemando unas cartas íntimas que solo concernían al finado y a ella. En el departamento de policía fue interrogada a fondo, pero parecía claro que lo único que la aparentemente ingenua actriz quería ocultar era su relación con el ardoroso Taylor. Según se desprende de los papeles del proceso, nunca fue la mejor candidata a ser la asesina.


Mary Miles Minter era una adolescente a la que el público adoraba. Toda su carrera había dependido de Taylor, que la consideraba su "protegida". Su relación con el caso saltó cuando se encontraron cartas suyas comprometedoras en casa del asesinado. Cuando fue llamada a declarar sufrió un desmayo. Posteriormente se aclaró que aquellas cartas habían sido escritas en 1919, con lo cual los titulares azuzaron el fuego ya que había fundadas sospechas de una relación entre un hombre de 49 años y una adolescente de 17
Edward F. Sands tenía motivos más que sobrados para sentirse inquieto. Había sido un empleado de Taylor. En realidad el hombre-para-todo. Asistente personal, cocinero, secretario, mayordomo y chófer. Un día, Taylor, que volvía de unas vacaciones, se encontró con una desagradable sorpresa. Sands se había marchado, pero el buen hombre no se había marchado con las manos vacías. Varias de las posesiones de Taylor pasaron a las del guapo muchacho que vivía aventuras amorosas a un lado y a otro del espejo. Entre las pertenencias desaparecidas de Taylor se contaba un lujoso automóvil, varias joyas, una libreta de cheques, y otras menudencias lujosas. En el transcurso de unos días, el ex-marine había cobrado varios cheques imitando la firma de su jefe.

Sands estuvo perdido durante algún tiempo. Pero hubo algunas señales desagradables. Taylor recibió cartas en cuyo interior figuraba el nombre de William Deane Tanner (nombre de nacimiento de Taylor, que obviamente figuraba en su documento matrimonial).

En la investigación, tras la muerte del director, se comprobó que uno de los exclusivos cigarros de Taylor, a medio fumar, fue encontrado en el porche de su mansión.
Un testigo relacionó a Sands con Henry Peavey, el entonces criado afroamericano de Taylor. De hecho Peavey fue arrestado dos días antes del crimen por "actividades lascivas" con un hombre en las cercanías de la casa del director. Algunos rumores propagaron que se trataba de Sands
Sands nunca fue encontrado y Henry Peavey fue presionado por la policía al límite. El hombre siempre dijo que la única persona que creía como posible de su patrón era Mabel Normand.

Tan pronto como Peavey abandonó las dependencias policiales de Los Angeles se marchó a San Francisco donde murió de esclerosis múltiple nueve años despues.

TITULARES EN LOS TABLOIDES

"YO VI AL ASESINO". o al menos eso fue lo que declaró Faith Cole MacLean, la esposa del actor Douglas MacLean. Esta, que era vecina del director, oyó un fuerte ruido a primera hora de la mañana. Bajó rápidamente hacia el porche de su casa y se topó con alguien que salía de casa de Taylor, "me dió la impresión de que se trataba de un "ladrón de película", estoy segura de que se trataba de alguien torpemente disfrazado". MacLean añadió que quienquiera que fuese desapareció rápidamente. Tras unos segundos, Faith oyó el ruido del motor de un coche que arrancaba. La esposa de MacLean declaró insistentemente en los interrogatorios policiales que la impresión que tuvo siempre era que aquel individuo podría ser una mujer disfrazada de hombre.

"CHARLES EYTON, LLAMADO A DECLARAR" . Eyton era el Director General de Paramount Pictures. El día de autos algunas voces anónimas denunciaron que él y una brigada de ejecutivos del estudio entraron en casa de Taylor, antes de que apareciera la policía , y se llevaron papeles que nunca vieron la luz.

"YO DISPARE A WILLIAM DESMOND TAYLOR". Esta asombrosa declaración de culpabilidad la hacía una antigua estrella del "silent cinema" llamada Margaret Gibson, en un documento aparecido en 1993. Margaret Gibson vivía ,desde su desaparición de las pantallas , en un barrio próximo a las colinas de Hollywood. Nadie la conocía, porque había adoptado el nombre de Pat Lewis. En Octubre de 1964 murió de un ataque al corazón. El silencio y el olvido se hubieran cernido sobre su cadáver si no hubiese sido por una última declaración. Tras su conversión al catolicismo escribió. "Yo disparé a William Desmond Taylor. Podría decir algunas cosas más sobre el suceso, pero despues de treinta años no puedo recordar gran cosa."

En los felices inicios de Hollywood la actriz gozaba de una gran popularidad. Había estado muy ligada a Taylor y había actuado en muchas de sus películas. La vida privada de Margaret no era un ejemplo precisamente, entre algunos de sus vicios se contaba la adicción al opio. En 1923 fue arrestada y encarcelada acusada de extorsión. Poco después los cargos fueron misteriosamente retirados. Obviamente su carrera como actriz se extinguió.

EPILOGO
Dos ancianos están sentados frente a una gran chimenea, estilo inglés. Sobre ella hay un precioso lienzo de una dama vestida de blanco y tocada con una pamela de encaje, también blanco. La mujer parece mirar a los dos ancianos con una irónica sonrisa.
- ¡Qué tiempos aquellos, socio! Ya no se hacen películas como las de antes y Hollywood es una gran maquinaria sin amores ni odios.
- Je, je - la sonrisa salía de aquel que tenía una gran cabellera blanca- ¿Te acuerdas de la jugarreta que nos hizo aquel hijo de puta de Wilder con su NORMA DESMOND?
- Si hubiese tenido una pistola en ese momento le hubiese quitado las pelotas. Todo el mundo lo relacionó con el asuntillo de DESMOND Taylor y la putita de Mabel NORMAN. Menos mal que todo aquel desgraciado asunto ha quedado bien sepultado.
- Sí- contestó el vejete de cabellos blancos- Hollywood es como el desierto de Nevada. Tiene tantos cadáveres bajo el asfalto que deben de estar pasándolo en grande todos ellos allí abajo.
- Pronto les haremos compañía, socio. Pero no temo nada. Hicimos lo que teníamos que hacer. Fuimos muy honestos. ¿No te parece?
- Cierto, lo fuimos.

La dama del cuadro curvó aun más la sonrisa de su rostro.
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Cuando reciba el libro "Un reparto de asesinos" y termine su lectura, publicaré un post sobre las conclusiones del escritor.



8 comments:

Crowley said...

Pues ya me tienes, amigo Anro, hablando con los de Correos para que te llegue el libro cuanto antes y nos sigas maravillando e ilustrando, que este post (como el anterior, y los demás también) es deslumbrante y me atrapa y transporta a la vieja y corrompida Hollywood.
Saludos y mis felicitaciones

ANRO said...

Me temo que aquí el correo no funciona como debiera, encima tenemos unas tasas de envío que son un atraco. Por el envío de cuatro libros me cobran la astronómica cifra de 16.35 € ¿se puede consentir?
Pues si no, ajo y perejil. ¡Qué le vamos a hacer!
Muchísimas gracias por tus ánimos.
Un abrazote.

FATHER_CAPRIO said...

Elemental querido AnRo:

Todo queda reducido a tres sospechosos.

Por un lado Mabel Normand. Evidentemente Billy Wilder sabía mucho y hablaba en clave: Norma Desmond.

Por otro lado, Margaret Gibson. Si recién convertida al catolicismo y teniendo fresco aquello de "No dirás falso testimonio ni mentirás" (no como otros cristianos antiguos) dice que ella mató a Desmond Taylor pues sería verdad. Además, como prueba añadida: Estamos en los años de la película Los diez mandamientos.

Y por último Doctor en literatura AnRo, el mayordomo. El tal Peavey. El mayordomo es siempre una opción y además en este caso el hombre no lo tiene nada "claro" y además es seguro que esconde un negro pasado.


Espera que dejo la pipa a un lado...

Ya.

Un abrazote.

ANRO said...

No tan elemental querido Father, esos vejetes tendrían mucho que decir pero ya están danzando con todos los testigos y sospechosos y me temo que el asunto ya les importa un rábano a todos. Al igual lo están pasando bomba.
Así que vuelve a tomar tu pipa (¿has dicho algo sobre su contenido?) y sigue gozando.
Un abrazote

Josep Lloret Bosch said...

Enhorabuena, Antonio, por estos dos artículos que conforman un relato interesantísimo de aquellos años en que Hollywood más que la Meca del Cine parecía sodoma y Gomorra... ¿ha cambiado tanto? :-)

Espero que recibas pronto ese volumen, porque su reseña seguro que será tan fascinante como esta que has presentado en dos estupendas partes.

Lo de los carteles y fotos, una pasada, que te voy a decir... :-)

Un abrazo.

J.A. Pérez said...

Tengo que reconocer que desconocía por completo tanto la historia de Desmond Taylor como todo lo que rodeó a su muerte. Tengo pendiente desde hace tiempo leer los libros de Anger (a los que se añade el otro que nombras), así que ya te puedes imaginar las ganas que me dan de adquirirlos tras haber leidos tus más que ilustrativos artículos.

Un abrazo!!

ANRO said...

Gracias Josep. Todos vosotros me estais inclinando hacia una faceta de narrador que no me desagrada. Espero ir mejorando poco a poco.
Espero recibir mis libros la próxima semana. Estsoy dese+andolo porque también me viene una interesantísima biografía de Ingrid Bergman. Si me dejo llevar por mi afán lector Amazon se puede encontrar pronto sin existencias.
Un abrazote.

ANRO said...

J.A. los libros de Kenneth Anger son un pelín desmelenados, pero muy interesantes. Kenneth conocía a todo el mundo en Santa Mónica y sabía de qué y de quien escribía.
Este hombre es menos conocido en su faceta de director. Tengo preparados como 6 o 7 docenas de folios sobre él para intentar hacer una historia sobre su vida y obra. Veremos qué sale.
Un abrazote.