Comentada hasta la saciedad, homenajeada, parodiada....sí, efectivamente, la elipsis del fémur arrojado hacia el cielo en un grito de triunfo y transformado a los pocos segundos en la nave espacial (otro objeto de poder humano) cuatro millones de años después es quizá una de las secuencias más famosas y hermosas de toda la Historia del Cine.
De esta forma, Kubrick nos introduce en el segmento de su película, no titulado, "Viaje a la Luna en el año 2000".
En cuatro millones de años la raza humana ha dado un gran salto en su evolución tecnológica. Sin embargo desde el primer enfrentamiento entro los dos grupos de simios los humanos siguen siendo agresivos y belicosos. En el mundo del año 2000, imaginado en el 68 por Kubrick, continua la "guerra fría" y la desconfianza entre los dos bloques: el occidental y el soviético. Desafortunadamente Kubrick no se equivocó. El mundo del siglo XXI está infectado de guerras por todos y cada uno de los continentes, aunque ya no exista el bloque soviético.
El tremendo impacto visual y sonoro que abre la segunda parte de "El amanecer del hombre·" (en este largo lapso de tiempo transcurrido el hombre continua en su amanecer) el director nos muestra el gigantesco cilindro rotando a los acordes del "Danubio Azul" y la nave espacial de la Pan Am dirigiéndose al hangar de la Plataforma Espacial. Esto es una metáfora visual de una copulación a la que Kubrick, deliberadamente, imprime un ritmo lento, cadenciosos, como si se tratase de una ceremonia ritual.
Algún crítico ha apuntado un complicado trazado entre el Práter de Viena, la pieza de Johan Strauss, y la significación que tuvo esta ciudad en la transformación de la Vieja Europa tras la Primera Guerra Mundial en paralelo al momento crucial del siglo XXI en la Tierra próximo a una crisis, como sucedió entonces.
Llegamos a los 24 minutos y 42 segundos de metraje. Durante todo este tiempo no se ha dicho una sola palabra. Entonces oímos la primera frase en boca de la recepcionista del Hotel Orbiter Hilton: "Bienvenido Sr. está usted en el Nivel Principal D". Estas palabras van dirigidas al Doctor Floyd a cuya bienvenida acude Mr. Millar, Jefe de Seguridad de la Estación Espacial.
A lo largo de todas las escenas filmadas en la Estación Orbital, Kubrick nos muestra el entorno cotidiano de los humanos del siglo XXI: Videoteléfonos espaciales, muebles sofisticados en ambientes asépticos, alimentos sintéticos. Todo es perfecto excepto las relaciones humanas que continuan siendo tensas y falsas entre naciones. Es ilustrativo a este respecto la entrevista entre el Dr. Floyd (norteamericano) y la Doctora Elena y sus amigos (soviéticos). En el encuentro entre ambos hay saludos cariñosos evocación de recuerdos agradables. La conversación transcurre plácida y cariñosa hasta que uno de los contertulios soviéticos pregunta al Dr. Floyd sobre la presunta epidemia que se ha propagado en Clavius, la base americana en la Luna. La forma en que el científico soviético hace la pregunta es capciosa. En el fondo todos creen que la epidemia es un rumor falso propalado por los americanos y que tras ello se esconde algo mucho más grave. El Dr. Floyd rehúsa dar una respuesta y se limita a decir que no está autorizado para hablar del asunto. La charla se vuelve turbia desde ese momento. Cuando el Dr. Floyd se levanta para despedirse, la atmósfera amistosa entre ellos se ha desvanecido por completo. Solo aciertan a decir un torpe adios.
Naturalmente la misión del Dr. Floyd era viajar hasta Clavius para ver el extraño monolito que ha sido desenterrado de un cráter.
Volvemos a ver otra metáfora visual. Es el alunizaje de la nave esférica Aries, donde viajan los astronautas a Clavius. En esta ocasión la nave Aries es un gigantesco óvulo que se asiente en el vientre lunar, listo para ser fecundado.
El espacio donde se eleva el segundo monolito es como el descenso a una tumba faraónica. Los astronautas se dirigen allí en busca de una respuesta. Suena una especie de himno misterioso al par que el Dr. Floyd, al igual que su antepasado simio, se acerca al monolito en forma reverencial. Su ademán al acercar la mano a la superficie lisa es, en esencia, el mismo que vemos en Adán hacia Dios en la Capilla Sixtina.
El fotógrafo de la expedición, que prescinde de la solemnidad del momento en favor de la fama que le reporte la instantánea, agrupa a la expedición en torno al monolito. En ese preciso momento emerge un rayo de sol desde la cima del objeto. Acaba de terminar la noche lunar de catorce días. Se produce una radiación magnética que penetra en los cascos de todos los presentes en forma de un chirrido ensordecedor.
Se ha producido la alerta de la civilización alienígena. En ese momento se está dando otro paso adelante en la inteligencia humana.
Continuara....
De esta forma, Kubrick nos introduce en el segmento de su película, no titulado, "Viaje a la Luna en el año 2000".
En cuatro millones de años la raza humana ha dado un gran salto en su evolución tecnológica. Sin embargo desde el primer enfrentamiento entro los dos grupos de simios los humanos siguen siendo agresivos y belicosos. En el mundo del año 2000, imaginado en el 68 por Kubrick, continua la "guerra fría" y la desconfianza entre los dos bloques: el occidental y el soviético. Desafortunadamente Kubrick no se equivocó. El mundo del siglo XXI está infectado de guerras por todos y cada uno de los continentes, aunque ya no exista el bloque soviético.
El tremendo impacto visual y sonoro que abre la segunda parte de "El amanecer del hombre·" (en este largo lapso de tiempo transcurrido el hombre continua en su amanecer) el director nos muestra el gigantesco cilindro rotando a los acordes del "Danubio Azul" y la nave espacial de la Pan Am dirigiéndose al hangar de la Plataforma Espacial. Esto es una metáfora visual de una copulación a la que Kubrick, deliberadamente, imprime un ritmo lento, cadenciosos, como si se tratase de una ceremonia ritual.
Algún crítico ha apuntado un complicado trazado entre el Práter de Viena, la pieza de Johan Strauss, y la significación que tuvo esta ciudad en la transformación de la Vieja Europa tras la Primera Guerra Mundial en paralelo al momento crucial del siglo XXI en la Tierra próximo a una crisis, como sucedió entonces.
Llegamos a los 24 minutos y 42 segundos de metraje. Durante todo este tiempo no se ha dicho una sola palabra. Entonces oímos la primera frase en boca de la recepcionista del Hotel Orbiter Hilton: "Bienvenido Sr. está usted en el Nivel Principal D". Estas palabras van dirigidas al Doctor Floyd a cuya bienvenida acude Mr. Millar, Jefe de Seguridad de la Estación Espacial.
A lo largo de todas las escenas filmadas en la Estación Orbital, Kubrick nos muestra el entorno cotidiano de los humanos del siglo XXI: Videoteléfonos espaciales, muebles sofisticados en ambientes asépticos, alimentos sintéticos. Todo es perfecto excepto las relaciones humanas que continuan siendo tensas y falsas entre naciones. Es ilustrativo a este respecto la entrevista entre el Dr. Floyd (norteamericano) y la Doctora Elena y sus amigos (soviéticos). En el encuentro entre ambos hay saludos cariñosos evocación de recuerdos agradables. La conversación transcurre plácida y cariñosa hasta que uno de los contertulios soviéticos pregunta al Dr. Floyd sobre la presunta epidemia que se ha propagado en Clavius, la base americana en la Luna. La forma en que el científico soviético hace la pregunta es capciosa. En el fondo todos creen que la epidemia es un rumor falso propalado por los americanos y que tras ello se esconde algo mucho más grave. El Dr. Floyd rehúsa dar una respuesta y se limita a decir que no está autorizado para hablar del asunto. La charla se vuelve turbia desde ese momento. Cuando el Dr. Floyd se levanta para despedirse, la atmósfera amistosa entre ellos se ha desvanecido por completo. Solo aciertan a decir un torpe adios.
Naturalmente la misión del Dr. Floyd era viajar hasta Clavius para ver el extraño monolito que ha sido desenterrado de un cráter.
Volvemos a ver otra metáfora visual. Es el alunizaje de la nave esférica Aries, donde viajan los astronautas a Clavius. En esta ocasión la nave Aries es un gigantesco óvulo que se asiente en el vientre lunar, listo para ser fecundado.
El espacio donde se eleva el segundo monolito es como el descenso a una tumba faraónica. Los astronautas se dirigen allí en busca de una respuesta. Suena una especie de himno misterioso al par que el Dr. Floyd, al igual que su antepasado simio, se acerca al monolito en forma reverencial. Su ademán al acercar la mano a la superficie lisa es, en esencia, el mismo que vemos en Adán hacia Dios en la Capilla Sixtina.
El fotógrafo de la expedición, que prescinde de la solemnidad del momento en favor de la fama que le reporte la instantánea, agrupa a la expedición en torno al monolito. En ese preciso momento emerge un rayo de sol desde la cima del objeto. Acaba de terminar la noche lunar de catorce días. Se produce una radiación magnética que penetra en los cascos de todos los presentes en forma de un chirrido ensordecedor.
Se ha producido la alerta de la civilización alienígena. En ese momento se está dando otro paso adelante en la inteligencia humana.
Continuara....
1 comment:
Hace tiempo que no la he revisado. Pero recuerdo que me "refrescaste" lo de la tensión de la guerra fría en la peli cuando hablaste de ella en casa de Crowley.
Vas a hacer que termine por volver a verla. Preferiría ver otra en homenaje a ti, pero bueno...
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