Ed Sikov en su estudio sobre Wilder relata que una de las secretarias de Brackett y Wilder no se encontraba en su mesa una mañana, y cuando Wilder preguntó por ella, la otra secretaria le dijo "Me parece que está en el lavabo leyendo una historia", "¿Qué historia? preguntó Billy. Entonces la primera secretaria salió del lavabo con las galeras encuadernadas de "Perdición".
Sea o no cierta la anécdota, es verdad que en los años cuarenta y cincuenta las secretarias y otros subalternos tenían mucho que ver en los tejemanejes de los guiones. Estos podían perderse para siempre o ser rescatados de archivos polvorientos. El propio Wilder lo refleja én "Sunset Boulevard", cuando Gillis (Holden) discute con el productor Sheldrake (Fred Clark) una historia escrita por el primero. Mientras Gillis habla sobre el posible protagonista de la película y los exteriores, entra la secretaria (Nancy Olson) diciendo que el guión no vale gran cosa. Naturalmente el productor ni discute lo que la secretaria le dice. Le da la razón.
Bracket nunca estuvo de acuerdo en escribir el guión de "Perdición". Le parecía una historia sórdida y sucia (él era un cronista de élite y no un redactor de sucesos criminales. La salida de Bracket del proyecto propició la entrada de Raymond Chandler, que ya tenía un prestigio autoral. Había publicado "El Sueño Eterno", "Adios , muñeca" y "La ventana Alta".
Hay muchas leyendas "cinematográficas en torno a los primeros encuentros entre el escritor y el director, que alimentaron la fantasía de la prensa hollywoodense. Lo cierto es que hubo muchas tensiones entre ambos durante los meses que tardaron en elaborar el guión de "Double Indemnity".
Wilder manifestó en una entrevista las diferencias que le separaban de Chandler: "Para empezar estaba mi acento alemán. En segundo lugar yo conocía el oficio (guionista) mejor que él. También bebía a partir de las cuatro de la tarde y, por si fuera poco, joven, como yo era entonces, follaba con chicas jóvenes. Todas estas cosas le sacaban de quicio...El se limitaba a mirarme fijamente. Yo representaba todo lo que él odiaba de Hollywood".
Todas estas diferencias estuvieron a punto de romper la relación profesional entre ambos, pero el guión se terminó de manera satisfactoria para todos, incluso para el novelista James M.Cain quien declaró que todas las diferencias con su novela eran tan buenas que mejoraban el relato.
Creo que en este punto Cain llevaba razón. Hay pocas películas en las que el guión sea tan importante como en "Perdición", es verdaderamente increíble que no le concedieran el oscar en esta categoría....pero era lógico, dada la mala baba que rezuma el texto.
La segunda entrevista entre Phyllis y Walter acaba de forma brusca. Hasta tal punto que ella le dice con rabia:"Salga de aquí" a lo que él contesta : "Apuesta a que saldré de aquí, muñeca, saldré de aquí "por patas".
Sin embargo Walter se engaña a sí mismo. Sale de la casa y se introduce en una noche oscura y amenazante de lluvia.
"Se lo dije así, sin reparos. No me había engañado ni un solo instante. Me había dado cuenta de que tenía en mis manos un hierro candente que había que soltar inmediatamente antes de que me quemara....Me detuve a tomar una botella de cerveza ...me apetecía ahora. La necesitaba para quitarme el agrio sabor de su te y todo lo relacionado con aquello. No quería entrar en la oficina. Fuí a una bolera de la tercera oeste para pasar un rato y olvidarme. Pero el asunto me remachaba en la cabeza. No tenía ganas de cenar ni tampoco de ir al cine de modo que me dirigí a mi casa. Había empezado a llover y estuve contemplando la noche sin encender siquiera una luz. Tampoco eso me sirvió. Seguía sin soltar el hierro candente. Me dí cuenta de que no me había librado de nada. De que el anzuelo era demasiado fuerte . Nada se había quebrado entre ella y yo . Y esto era solo el principio.
A las ocho tocaría el timbre de la puerta y yo sabía quien era sin necesidad de preguntar. Como si fuera la cosa más natural del mundo."
Cuando Walter abre la puerta Phyllis está en el umbral. La claridad del vestíbulo contrasta con la oscuridad del piso. En mitad está la silueta en claroscuro de ella que le dice:
- Olvidaste tu sombrero en casa. (Obviamente ella no lleva nada en la mano)- y ante el gesto de asentimiento de él ella continua- ¿No quieres que pase a dártelo?
Hay un pequeño tira y afloja entre ambos. Un nuevo tanteo. El le pregunta cómo ha sabido su do micilio y ella le dice que por el listín telefónico.
- ¿Está fuera tu marido?- le pregunta Walter
- Sí, en Long Beach, avisó por teléfono que vendría tarde. A las 9.30...Y es hora de que me digas que te alegras de verme.
- Sabía que no lo dejarías así.
Ella parece ausente de toda malicia. Sigue un juego de inocencia que no encaja del todo.
- Quizá dije algo que te dió una impresión equiocada, Walter, te ruego que no pienses mal de mí.
Por fin habla sobre los sentimientos hacia su marido. Encauza la verdadera razón que va a unirla a Walter.
- Siento como si él me estuviera vigilando. No es que me importe ya, pero me tiene tan atada que no puedo respirar.
- El está en Long Beach, ¿No es cierto?...Tranquilizate.
- No debiera haber venido.
- Puede que tengas razón.
- ¿Quieres que me vaya?
- Si lo prefieres...
- ¿Ahora?
- Sí, ahora mismo.
Es el último íntento de Walter por alejarse del peligro que tiene encima, el "hierro al rojo" que decía horas antes.
Cuando ella hace ademán de marcharse el la coje por el brazo y la atrae hacia sí besándola apasionadamente.
Todos los planos de esta escena son de una gran sobriedad. Es como si Wilder diera rienda suelta al puro sentimiento, a la pura pasión.
- Estoy loco por tí, nena- le dice él
- Y yo lo estoy por tí, Walter.
- ¿Cómo se llama el perfume que llevas ?
- No lo sé , lo compré en Ensenada.
- Lo lógico sería continuar con vino rosado por aquello de las burbujas, sin embargo lo único que tengo es bourbon.
- El bourbon estará bien, Walter.
Despues de preparar las bebidas Walter va directo al asunto precindiendo de formalismos. Le cuenta un par de casos de asegurados cuyos beneficiarios eran las esposas. En el segundo de ellos le dice: "El otro murió de un tiro. Su mujer dijo que se le había disparado el revólver al limpiarlo. Lo único que consiguió fue que le cayeran de tres a diez años en Tehachapi"
- Quizá esto le compensó de otras cosas -dice ella con sarcasmo.
Ella insiste en lo triste de su situación matrimonial, cuando él le comenta que suele desayunar en el bar.
- ¡Eso suena maravilloso¡ Solo extraños a tu alrededor. No los conoces y no tienes por qué odiarlos. No tienes que sentarte frente a él y sonreir. Y a su hija también , todas las mañanas...
- ¿Qué hija, la muchachita del piano?
- Lola. Vive con nosotros. El la quiere mucho más que a mí.
- ¿Has pensado alguna vez en el divorcio?
- No quiere concedérmelo.
- ¿Porque le cuesta mucho dinero?
- No tiene un centavo desde que se metió en el asunto del petróleo
- Pero sí tenía cuando te casaste con él.
- Sí, es cierto, lo tenía...Yo deseaba un hogar ¿por qué no? Pero esa no era la única razón. Fuí enfermera de su primera mujer durante mucho tiempo. Al morir ella él quedó muy abatido. Yo le tenía compasión...
- Pero ahora le odias.
- Sí Walter. El es malo conmigo. Cada vez que me compro un vestido o unos zapatos me forma un escándalo. No me deja ir a ningún sitio. El es muy cruel conmigo. Hasta su seguro de vida tiene como beneficiaria a su hija. A Lola.
- ¿No hay nada para tí?
- No, nada valgo para él.
- De modo que despiertas por la noche y oyéndole roncar surgen ideas.
Es el momento en que Walter llega al tema crucial. Phyllis se da cuenta y antes de afirmar se excusa nuevamente.
- No, Walter, no quiero matarle. Jamás lo he pensado. Ni siquiera cuando se emborracha y me pega.
- Pero a veces deseas que se muera.
- Puede que sí.
- Y que fuera por accidente y que la póliza estuviera a tu nombre ¿no es eso?
- Puede que también. La otra noche volvíamos de una fiesta. El estaba borracho. Al entrar en el garage se quedó allí sentado con la cabeza apoyada en el volante y con el motor abierto. Y pensé qué pasaría si yo no apagase el motor y cerrara las puertas del garage dejándole dentro.
- Yo te diría lo que pasaría teniendo una póliza de seguros con nosotros. Hay un individuo llamado Keys para quien un asunto así sería como comerse un dulce. En tres minutos sabría que no era accidente. En diez minutos estarías ante los focos y antes de una hora hubieras firmado una confesión. - Y ante la insistencia de ella que no lo ha hecho ni intenta hacerlo Walter conti nua.- Si interviene una compañía de seguro, ésta sabe más de trucos que un cargamento de monos. Y si hay una muerte por medio no tienes salvación. Ten esto por seguro como dos y dos son cuatro. Y yo no quiero verte ahorcada. No pienses en eso.
La cámara se va alejando lentamente encuadrando a los dos abrazados en el sofá. Se vuelve a mostrar a Walter hablando al dictáfono, con gesto de dolor.
"Seguimos allí y ella empezó a llorar suavemente, como la lluvia que caía, sin decirnos nada. Puede que ella abandonara ese pensamiento pero yo no. Me era totalmente imposible. Todo se relacionaba con algo que yo había pensado. Ya sabes lo que pasa, Keys. En este negocio no duermes pensando en las trampas que pueden tenderte. Es como el que cuida de la ruleta para que los clientes no engañen a la casa. Y una noche empiezas a creer que puedes engañarla tú mismo porque justamente tienes la rueda en tus manos. Te lo sabes todo de memoria y piensas que lo harías bien cuando tuvieras una oportunidad. De pronto alguien llama y te lo ofrece todo en bandeja. Mira, Keys no pretendo disculparme. Luché contra ello pero no con mucha fuerza. La meta eran 50.000 $ aunque había que passar por el cadáver de un hombre que jamás me había hecho nada, salvo estar casado con una mujer que no le importaba nada y que a mí si me importaba.
La escena vuelve al apartamento de Walter. Cada uno está en un ángulo del sofá. Se intuye que han hecho el amor. Seguro que hoy la escena sería mucho más explícita, pero no se necesita. Walter está fumando un cigarrillo y ella está maquillándose.
Phyllis no puede resistir más y expresa claramente lo que siente.
- Ah, Walter, lo odio. No quisiera volver con él, ¿me crees?. No puedo soportarlo más. No importa si me ahorcan.
Se besan y él le contesta con firmeza.
- No te ahorcarán, pequeña.
- Más valía que seguir viviendo así.
- No te ahorcarán, porque tú lo harás y yo te ayudaré.
- ¿Sabes lo que dices?
Walter, por fin, ha cruzado la línea. Hay una determinación terrible en su respuesta. Mientras besa, casi con furia a Phyllip le dice: "Lo vamos a hacer, pero lo haremos bien. No daremos un paso en falso". Ella se marcha mientras la lluvia sigue cayendo y Walter se asoma a la ventana en un desafío al destino. Es el culmen de la tragedia. El "hombre" ha tomado una determinación que va en contra de las leyes de los dioses, pero asume todas las consecuencias que conlleva su acto.
Hay una escena muy reveladora en el despacho de Keys entre éste y Walter precisamente el día en que Dietrichson, el marido de Phyllis, morirá. Walter lo rememora con la fecha. "Era el 15 de Junio, Keys, tienes que recordarlo..."
La escena se desarrolla en el despacho de Keys en la Oficina de Seguros. Walter invita a Keys a una copa. Este le pregunta.
- ¿Te interesaría un aumento de 50 $?
- Me río ya, o espero al chiste- le contesta Walter.
- No, es en serio. He estado hablando con Norton. Se están acumulando demasiados papeles en mi mesa y se me están agotando los nervios. Me paso las noches dando vueltas en la cama. Necesito un ayudante y he pensado en tí.
- ¿En mí?¿Por qué en mí?
- Se me ha ocurrido la idea absurda de que tú podrías servir
- Absurda desde luego. Soy vendedor.
- Sí, vendedor ambulante...pero tú vales más que eso. Nadie vale demasiado para ser vendedor. Lo único que teneís que hacer es llamar a un timbre y decir las frases que ya os sabeis de memoria. El trabajo del que te hablo requiere talento e integridad. Más iniciativa que cincuenta vendedores.
- Ya, pero es trabajo de oficina.
- ¿Oficina?...¿Es lo que piensas?¿Lo único que ves en ello?...¿Una mesa en la que planchar pantalones de 9 a 5, un montón de papeles que revisar y apilar los lápices bien afilados?...Puede que a tí te parezca eso, pero yo lo veo de otro modo, Walter. Para mí un inspector de reclamaciones es como un cirujano . La mesa de la oficina es la mesa de operaciones. Los lápices son los escalpelos y el bisturí..y esos papeles no son simples formularios, no, son mucho más. Son algo vivo. Son remordimientos, sueños de engaño....
En ese momento suena el teléfono. Lo coge Keys que indiferente sigue discutiendo con Walter. La llamada es de Phyllis. Por un momento Walter vacila, pero inmediatamente recobra el aplomo. Ella le dice que por fin, tal como ya habían planeado, su marido va a viajar en tren.
Durante la conversación telefónica Keys no se ha marchado. Cuando Walter cuelga el teléfono Keys hace un comentario acerca de las mujeres y del "enanito" que le avisó antes de cometer la equivocación de casarse. Naturalmente Keys no puede saber nada del asunto, pero hay una llamada de socorro en su subconciente que le reclama ayuda para su amigo Walter. Este sin embargo no hace caso y en su negativa total a no aceptar el trabajo que Keys le ofrece está la metáfora de su decisión trágica.
Keys le dice con ironía antes de marcharse: "No, realmente no eres un tipo listo, solo eres alto".
Horas más tarde el crimen se consuma sin el menor fallo. El crimen perfecto hasta en sus menores detalles y con el añadido de un testigo accidental. pero Walter no está del todo satisfecho. Lo confiesa él mismo. "Eran las once y dos minutos cuando volví a casa. Comprobé las tarjetas que había puesto en los timbres. Estaban en su sitio. Nadie había llamado. Nadie había venido. Me cambié de ropa. Quedaba otra cosa todavía. Tenía que bajar al garage. Quería que me viese Charlie. Ya estaba todo. No había habido fallos. Nada se había olvidado y sin embargo, Keys, mientras iba andando hacia el bar, pensé de repente que todo acabaría mal. Parece absurdo Keys, pero así fue. No oía mis propios pasos. Eran los de un hombre muerto".
Sea o no cierta la anécdota, es verdad que en los años cuarenta y cincuenta las secretarias y otros subalternos tenían mucho que ver en los tejemanejes de los guiones. Estos podían perderse para siempre o ser rescatados de archivos polvorientos. El propio Wilder lo refleja én "Sunset Boulevard", cuando Gillis (Holden) discute con el productor Sheldrake (Fred Clark) una historia escrita por el primero. Mientras Gillis habla sobre el posible protagonista de la película y los exteriores, entra la secretaria (Nancy Olson) diciendo que el guión no vale gran cosa. Naturalmente el productor ni discute lo que la secretaria le dice. Le da la razón.
Bracket nunca estuvo de acuerdo en escribir el guión de "Perdición". Le parecía una historia sórdida y sucia (él era un cronista de élite y no un redactor de sucesos criminales. La salida de Bracket del proyecto propició la entrada de Raymond Chandler, que ya tenía un prestigio autoral. Había publicado "El Sueño Eterno", "Adios , muñeca" y "La ventana Alta".
Hay muchas leyendas "cinematográficas en torno a los primeros encuentros entre el escritor y el director, que alimentaron la fantasía de la prensa hollywoodense. Lo cierto es que hubo muchas tensiones entre ambos durante los meses que tardaron en elaborar el guión de "Double Indemnity".
Wilder manifestó en una entrevista las diferencias que le separaban de Chandler: "Para empezar estaba mi acento alemán. En segundo lugar yo conocía el oficio (guionista) mejor que él. También bebía a partir de las cuatro de la tarde y, por si fuera poco, joven, como yo era entonces, follaba con chicas jóvenes. Todas estas cosas le sacaban de quicio...El se limitaba a mirarme fijamente. Yo representaba todo lo que él odiaba de Hollywood".
Todas estas diferencias estuvieron a punto de romper la relación profesional entre ambos, pero el guión se terminó de manera satisfactoria para todos, incluso para el novelista James M.Cain quien declaró que todas las diferencias con su novela eran tan buenas que mejoraban el relato.
Creo que en este punto Cain llevaba razón. Hay pocas películas en las que el guión sea tan importante como en "Perdición", es verdaderamente increíble que no le concedieran el oscar en esta categoría....pero era lógico, dada la mala baba que rezuma el texto.
La segunda entrevista entre Phyllis y Walter acaba de forma brusca. Hasta tal punto que ella le dice con rabia:"Salga de aquí" a lo que él contesta : "Apuesta a que saldré de aquí, muñeca, saldré de aquí "por patas".
Sin embargo Walter se engaña a sí mismo. Sale de la casa y se introduce en una noche oscura y amenazante de lluvia.
"Se lo dije así, sin reparos. No me había engañado ni un solo instante. Me había dado cuenta de que tenía en mis manos un hierro candente que había que soltar inmediatamente antes de que me quemara....Me detuve a tomar una botella de cerveza ...me apetecía ahora. La necesitaba para quitarme el agrio sabor de su te y todo lo relacionado con aquello. No quería entrar en la oficina. Fuí a una bolera de la tercera oeste para pasar un rato y olvidarme. Pero el asunto me remachaba en la cabeza. No tenía ganas de cenar ni tampoco de ir al cine de modo que me dirigí a mi casa. Había empezado a llover y estuve contemplando la noche sin encender siquiera una luz. Tampoco eso me sirvió. Seguía sin soltar el hierro candente. Me dí cuenta de que no me había librado de nada. De que el anzuelo era demasiado fuerte . Nada se había quebrado entre ella y yo . Y esto era solo el principio.
A las ocho tocaría el timbre de la puerta y yo sabía quien era sin necesidad de preguntar. Como si fuera la cosa más natural del mundo."
Cuando Walter abre la puerta Phyllis está en el umbral. La claridad del vestíbulo contrasta con la oscuridad del piso. En mitad está la silueta en claroscuro de ella que le dice:
- Olvidaste tu sombrero en casa. (Obviamente ella no lleva nada en la mano)- y ante el gesto de asentimiento de él ella continua- ¿No quieres que pase a dártelo?
Hay un pequeño tira y afloja entre ambos. Un nuevo tanteo. El le pregunta cómo ha sabido su do micilio y ella le dice que por el listín telefónico.
- ¿Está fuera tu marido?- le pregunta Walter
- Sí, en Long Beach, avisó por teléfono que vendría tarde. A las 9.30...Y es hora de que me digas que te alegras de verme.
- Sabía que no lo dejarías así.
Ella parece ausente de toda malicia. Sigue un juego de inocencia que no encaja del todo.
- Quizá dije algo que te dió una impresión equiocada, Walter, te ruego que no pienses mal de mí.
Por fin habla sobre los sentimientos hacia su marido. Encauza la verdadera razón que va a unirla a Walter.
- Siento como si él me estuviera vigilando. No es que me importe ya, pero me tiene tan atada que no puedo respirar.
- El está en Long Beach, ¿No es cierto?...Tranquilizate.
- No debiera haber venido.
- Puede que tengas razón.
- ¿Quieres que me vaya?
- Si lo prefieres...
- ¿Ahora?
- Sí, ahora mismo.
Es el último íntento de Walter por alejarse del peligro que tiene encima, el "hierro al rojo" que decía horas antes.
Cuando ella hace ademán de marcharse el la coje por el brazo y la atrae hacia sí besándola apasionadamente.
Todos los planos de esta escena son de una gran sobriedad. Es como si Wilder diera rienda suelta al puro sentimiento, a la pura pasión.
- Estoy loco por tí, nena- le dice él
- Y yo lo estoy por tí, Walter.
- ¿Cómo se llama el perfume que llevas ?
- No lo sé , lo compré en Ensenada.
- Lo lógico sería continuar con vino rosado por aquello de las burbujas, sin embargo lo único que tengo es bourbon.
- El bourbon estará bien, Walter.
Despues de preparar las bebidas Walter va directo al asunto precindiendo de formalismos. Le cuenta un par de casos de asegurados cuyos beneficiarios eran las esposas. En el segundo de ellos le dice: "El otro murió de un tiro. Su mujer dijo que se le había disparado el revólver al limpiarlo. Lo único que consiguió fue que le cayeran de tres a diez años en Tehachapi"
- Quizá esto le compensó de otras cosas -dice ella con sarcasmo.
Ella insiste en lo triste de su situación matrimonial, cuando él le comenta que suele desayunar en el bar.
- ¡Eso suena maravilloso¡ Solo extraños a tu alrededor. No los conoces y no tienes por qué odiarlos. No tienes que sentarte frente a él y sonreir. Y a su hija también , todas las mañanas...
- ¿Qué hija, la muchachita del piano?
- Lola. Vive con nosotros. El la quiere mucho más que a mí.
- ¿Has pensado alguna vez en el divorcio?
- No quiere concedérmelo.
- ¿Porque le cuesta mucho dinero?
- No tiene un centavo desde que se metió en el asunto del petróleo
- Pero sí tenía cuando te casaste con él.
- Sí, es cierto, lo tenía...Yo deseaba un hogar ¿por qué no? Pero esa no era la única razón. Fuí enfermera de su primera mujer durante mucho tiempo. Al morir ella él quedó muy abatido. Yo le tenía compasión...
- Pero ahora le odias.
- Sí Walter. El es malo conmigo. Cada vez que me compro un vestido o unos zapatos me forma un escándalo. No me deja ir a ningún sitio. El es muy cruel conmigo. Hasta su seguro de vida tiene como beneficiaria a su hija. A Lola.
- ¿No hay nada para tí?
- No, nada valgo para él.
- De modo que despiertas por la noche y oyéndole roncar surgen ideas.
Es el momento en que Walter llega al tema crucial. Phyllis se da cuenta y antes de afirmar se excusa nuevamente.
- No, Walter, no quiero matarle. Jamás lo he pensado. Ni siquiera cuando se emborracha y me pega.
- Pero a veces deseas que se muera.
- Puede que sí.
- Y que fuera por accidente y que la póliza estuviera a tu nombre ¿no es eso?
- Puede que también. La otra noche volvíamos de una fiesta. El estaba borracho. Al entrar en el garage se quedó allí sentado con la cabeza apoyada en el volante y con el motor abierto. Y pensé qué pasaría si yo no apagase el motor y cerrara las puertas del garage dejándole dentro.
- Yo te diría lo que pasaría teniendo una póliza de seguros con nosotros. Hay un individuo llamado Keys para quien un asunto así sería como comerse un dulce. En tres minutos sabría que no era accidente. En diez minutos estarías ante los focos y antes de una hora hubieras firmado una confesión. - Y ante la insistencia de ella que no lo ha hecho ni intenta hacerlo Walter conti nua.- Si interviene una compañía de seguro, ésta sabe más de trucos que un cargamento de monos. Y si hay una muerte por medio no tienes salvación. Ten esto por seguro como dos y dos son cuatro. Y yo no quiero verte ahorcada. No pienses en eso.
La cámara se va alejando lentamente encuadrando a los dos abrazados en el sofá. Se vuelve a mostrar a Walter hablando al dictáfono, con gesto de dolor.
"Seguimos allí y ella empezó a llorar suavemente, como la lluvia que caía, sin decirnos nada. Puede que ella abandonara ese pensamiento pero yo no. Me era totalmente imposible. Todo se relacionaba con algo que yo había pensado. Ya sabes lo que pasa, Keys. En este negocio no duermes pensando en las trampas que pueden tenderte. Es como el que cuida de la ruleta para que los clientes no engañen a la casa. Y una noche empiezas a creer que puedes engañarla tú mismo porque justamente tienes la rueda en tus manos. Te lo sabes todo de memoria y piensas que lo harías bien cuando tuvieras una oportunidad. De pronto alguien llama y te lo ofrece todo en bandeja. Mira, Keys no pretendo disculparme. Luché contra ello pero no con mucha fuerza. La meta eran 50.000 $ aunque había que passar por el cadáver de un hombre que jamás me había hecho nada, salvo estar casado con una mujer que no le importaba nada y que a mí si me importaba.
La escena vuelve al apartamento de Walter. Cada uno está en un ángulo del sofá. Se intuye que han hecho el amor. Seguro que hoy la escena sería mucho más explícita, pero no se necesita. Walter está fumando un cigarrillo y ella está maquillándose.
Phyllis no puede resistir más y expresa claramente lo que siente.
- Ah, Walter, lo odio. No quisiera volver con él, ¿me crees?. No puedo soportarlo más. No importa si me ahorcan.
Se besan y él le contesta con firmeza.
- No te ahorcarán, pequeña.
- Más valía que seguir viviendo así.
- No te ahorcarán, porque tú lo harás y yo te ayudaré.
- ¿Sabes lo que dices?
Walter, por fin, ha cruzado la línea. Hay una determinación terrible en su respuesta. Mientras besa, casi con furia a Phyllip le dice: "Lo vamos a hacer, pero lo haremos bien. No daremos un paso en falso". Ella se marcha mientras la lluvia sigue cayendo y Walter se asoma a la ventana en un desafío al destino. Es el culmen de la tragedia. El "hombre" ha tomado una determinación que va en contra de las leyes de los dioses, pero asume todas las consecuencias que conlleva su acto.
Hay una escena muy reveladora en el despacho de Keys entre éste y Walter precisamente el día en que Dietrichson, el marido de Phyllis, morirá. Walter lo rememora con la fecha. "Era el 15 de Junio, Keys, tienes que recordarlo..."
La escena se desarrolla en el despacho de Keys en la Oficina de Seguros. Walter invita a Keys a una copa. Este le pregunta.
- ¿Te interesaría un aumento de 50 $?
- Me río ya, o espero al chiste- le contesta Walter.
- No, es en serio. He estado hablando con Norton. Se están acumulando demasiados papeles en mi mesa y se me están agotando los nervios. Me paso las noches dando vueltas en la cama. Necesito un ayudante y he pensado en tí.
- ¿En mí?¿Por qué en mí?
- Se me ha ocurrido la idea absurda de que tú podrías servir
- Absurda desde luego. Soy vendedor.
- Sí, vendedor ambulante...pero tú vales más que eso. Nadie vale demasiado para ser vendedor. Lo único que teneís que hacer es llamar a un timbre y decir las frases que ya os sabeis de memoria. El trabajo del que te hablo requiere talento e integridad. Más iniciativa que cincuenta vendedores.
- Ya, pero es trabajo de oficina.
- ¿Oficina?...¿Es lo que piensas?¿Lo único que ves en ello?...¿Una mesa en la que planchar pantalones de 9 a 5, un montón de papeles que revisar y apilar los lápices bien afilados?...Puede que a tí te parezca eso, pero yo lo veo de otro modo, Walter. Para mí un inspector de reclamaciones es como un cirujano . La mesa de la oficina es la mesa de operaciones. Los lápices son los escalpelos y el bisturí..y esos papeles no son simples formularios, no, son mucho más. Son algo vivo. Son remordimientos, sueños de engaño....
En ese momento suena el teléfono. Lo coge Keys que indiferente sigue discutiendo con Walter. La llamada es de Phyllis. Por un momento Walter vacila, pero inmediatamente recobra el aplomo. Ella le dice que por fin, tal como ya habían planeado, su marido va a viajar en tren.
Durante la conversación telefónica Keys no se ha marchado. Cuando Walter cuelga el teléfono Keys hace un comentario acerca de las mujeres y del "enanito" que le avisó antes de cometer la equivocación de casarse. Naturalmente Keys no puede saber nada del asunto, pero hay una llamada de socorro en su subconciente que le reclama ayuda para su amigo Walter. Este sin embargo no hace caso y en su negativa total a no aceptar el trabajo que Keys le ofrece está la metáfora de su decisión trágica.
Keys le dice con ironía antes de marcharse: "No, realmente no eres un tipo listo, solo eres alto".
Horas más tarde el crimen se consuma sin el menor fallo. El crimen perfecto hasta en sus menores detalles y con el añadido de un testigo accidental. pero Walter no está del todo satisfecho. Lo confiesa él mismo. "Eran las once y dos minutos cuando volví a casa. Comprobé las tarjetas que había puesto en los timbres. Estaban en su sitio. Nadie había llamado. Nadie había venido. Me cambié de ropa. Quedaba otra cosa todavía. Tenía que bajar al garage. Quería que me viese Charlie. Ya estaba todo. No había habido fallos. Nada se había olvidado y sin embargo, Keys, mientras iba andando hacia el bar, pensé de repente que todo acabaría mal. Parece absurdo Keys, pero así fue. No oía mis propios pasos. Eran los de un hombre muerto".
1 comment:
Vaya. Tengo que volver a verla después de leer esto. Recuerdo que Hitchcock estaba encantado con la peli.
Y también recuerdo que las broncas entre Chandler y Wilder llegaron a un límite...
Leo ahora tu entrada y me parece que están todos los típicos-tópicos de mujer que planea el asesinato del marido en compañía del amante. Supongo que esta fue la original o la que sentó las bases de cómo había que hacerlo.
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