La frase que titula este blog está escrita en la tumba de Nikos Kazantzakis, un escritor al que es difícil encontrar en las estanterías de cualquier librería. Sin embargo tres de sus principales novelas han sido llevadas al cine por prestigiosos directores: "El que debe morir" Jules Dassin , "Zorba el Griego" Michael Cacoyannis y "La Ultima Tentación de Cristo" Martin Scorsese.
Kazantzakis nació en Creta el 18 de Febrero de 1883. Por aquel entonces la isla estaba bajo el control del Imperio Otomano. Hacia 1902, el joven se traslada a Atenas, donde comienza sus estudios universitarios en la capital decantándose por el Derecho. Pero Grecia era un agujero donde Kazantzakis apenas podía respirar, de modo que se traslada a París para estudiar filosofía, donde tiene como profesor a Henri Bergson.
La trayectoria vital de este hombre es tormentosa. Desde su matrimonio con Galatea Alexiou en 1911, y de la que se divorcia en 1926, su odisea personal es un itinerario continuo a través de todo el mundo. Francia, Alemania, Italia, Rusia, España, Chipre, Egipto, Checoeslovaquia, China y Japón.
En el Berlín de 1924, donde la situación política de entonces era explosiva, descubre el comunismo y se hace ferviente admirador de Lenin. Sin embargo sus convicciones comunistas no eran tan fuertes como para entregarse a la doctrina del proletariado. Sus convicciones políticas cambiaron de su nacionalismo juvenil a una ideología más abierta en la que cabían muchos extremos.
En 1946, la Sociedad de Escritores Griegos recomienda a Kazantzakis y a Angelos Sikelianos para el Premio Nobel de Literatura, pero la candidatura no es aceptada. En 1957, pierde el Premio por un solo voto a favor de Albert Camus. El escritor y filósofo francés diría más tarde que Kazantzakis era cien veces más merecedor del premio que él mismo.
Aquel mismo año de 1957 contrae una leucemia. La muerte le sorprende en Alemania. Sus resto son enterrados en Heraklion, porque la Iglesia Ortodoxa prohibió que fuera enterrado en un cementerio.
De las películas que he citado, basadas en sus novelas hay una en especial que me ha llamado la atención porque hoy es casi imposible encontrarla, se trata de "El que debe morir".
Fue rodada en 1957 por el prestigioso (y tambien olvidado) director Jules Dassin y sus intérpretes principales fueron: Jean Servais, Carl Möhner y Grègoire Aslan, pero también aparecían Melina Mercouri y Maurice Ronet.
Tengo en mis manos la novela en la que se basó el film, titulada "Cristo de nuevo crucificado", editada por Alianza Editorial.
El relato es una metáfora que plantea un interrogante sobre la utilidad del sacrificio de una persona por el bien de una comunidad. Está ambientada en la aldea de Licovrisi, durante la dominación turca. Allí todos los años, los habitantes del pueblo recrean la pasión de Cristo. En esta ocasión la figura de Jesús es encarnada por el pastor Manolios quien al final da realmente su vida por la salvación del pueblo.
"El nombre de este hermoso joven estaba escrito en la nieve. Al salir el sol, la nieve se derritió y arrastró el nombre sobre las aguas".
El libro es de una admirable belleza y de una tremenda carga dramática.
"La muchedumbre, ebria al olor de la sangre, se echó como bestia sobre el cuerpo jadeante, al incorporarse algunos tenían los labios ensangrentados. El viejo Ladas mordía con su boca desdentada la garganta de Manolios y se esforzaba por arrancarle un pedazo de carne. Panayotaros limpió el puñal en su cabellos rojos y untó con su sangre su jeta feroz gritando: ¡Tú me has desgarrado el corazón, Manolios, yo te he matado, estoy vengado¡"
Me parece oportuno airear, aunque sea brevemente, la obra de estos dos maravillosos artistas: el escritor y el director cinematográfico, con quienes tenemos una deuda artística todos los que amamos la literatura y el cine.
Kazantzakis nació en Creta el 18 de Febrero de 1883. Por aquel entonces la isla estaba bajo el control del Imperio Otomano. Hacia 1902, el joven se traslada a Atenas, donde comienza sus estudios universitarios en la capital decantándose por el Derecho. Pero Grecia era un agujero donde Kazantzakis apenas podía respirar, de modo que se traslada a París para estudiar filosofía, donde tiene como profesor a Henri Bergson.
La trayectoria vital de este hombre es tormentosa. Desde su matrimonio con Galatea Alexiou en 1911, y de la que se divorcia en 1926, su odisea personal es un itinerario continuo a través de todo el mundo. Francia, Alemania, Italia, Rusia, España, Chipre, Egipto, Checoeslovaquia, China y Japón.
En el Berlín de 1924, donde la situación política de entonces era explosiva, descubre el comunismo y se hace ferviente admirador de Lenin. Sin embargo sus convicciones comunistas no eran tan fuertes como para entregarse a la doctrina del proletariado. Sus convicciones políticas cambiaron de su nacionalismo juvenil a una ideología más abierta en la que cabían muchos extremos.
En 1946, la Sociedad de Escritores Griegos recomienda a Kazantzakis y a Angelos Sikelianos para el Premio Nobel de Literatura, pero la candidatura no es aceptada. En 1957, pierde el Premio por un solo voto a favor de Albert Camus. El escritor y filósofo francés diría más tarde que Kazantzakis era cien veces más merecedor del premio que él mismo.
Aquel mismo año de 1957 contrae una leucemia. La muerte le sorprende en Alemania. Sus resto son enterrados en Heraklion, porque la Iglesia Ortodoxa prohibió que fuera enterrado en un cementerio.
De las películas que he citado, basadas en sus novelas hay una en especial que me ha llamado la atención porque hoy es casi imposible encontrarla, se trata de "El que debe morir".
Fue rodada en 1957 por el prestigioso (y tambien olvidado) director Jules Dassin y sus intérpretes principales fueron: Jean Servais, Carl Möhner y Grègoire Aslan, pero también aparecían Melina Mercouri y Maurice Ronet.
Tengo en mis manos la novela en la que se basó el film, titulada "Cristo de nuevo crucificado", editada por Alianza Editorial.
El relato es una metáfora que plantea un interrogante sobre la utilidad del sacrificio de una persona por el bien de una comunidad. Está ambientada en la aldea de Licovrisi, durante la dominación turca. Allí todos los años, los habitantes del pueblo recrean la pasión de Cristo. En esta ocasión la figura de Jesús es encarnada por el pastor Manolios quien al final da realmente su vida por la salvación del pueblo.
"El nombre de este hermoso joven estaba escrito en la nieve. Al salir el sol, la nieve se derritió y arrastró el nombre sobre las aguas".
El libro es de una admirable belleza y de una tremenda carga dramática.
"La muchedumbre, ebria al olor de la sangre, se echó como bestia sobre el cuerpo jadeante, al incorporarse algunos tenían los labios ensangrentados. El viejo Ladas mordía con su boca desdentada la garganta de Manolios y se esforzaba por arrancarle un pedazo de carne. Panayotaros limpió el puñal en su cabellos rojos y untó con su sangre su jeta feroz gritando: ¡Tú me has desgarrado el corazón, Manolios, yo te he matado, estoy vengado¡"
Me parece oportuno airear, aunque sea brevemente, la obra de estos dos maravillosos artistas: el escritor y el director cinematográfico, con quienes tenemos una deuda artística todos los que amamos la literatura y el cine.
1 comment:
No he leído nada de Kazantzakis... Hubiera estado bien que le hubieras hecho una de tus "entrevistas"...
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