Friday, July 10, 2009

EL SURREALISMO GOTICO DE DREYER

Desde hace unos meses, husmeando por los portales de ventas de internet encontré una de las películas que todo cinéfilo debe de ver, a no ser que quiera perecer para siempre en las cavernas de la más absoluta sequedad cultural. Esta película es "Vampyr" y su autor es uno de los mejores directores que ha conocido el Cine (con mayúsculas) desde que se inventó este arte. Los lectores me van a perdonar esta posible falta de objetividad, pero no puedo remediar mi desmesurado amor por este director, nacido el 3 de Febrero de 1889 en Copenhagen-Dinamarca.

Carl Theodor Dreyer es un hombre cuya vida personal se movió con un impulso vital tan potente como las imágenes de sus films. El nombre que aparece en su registro de nacimiento es el de Karl Nielsen, hijo de una mujer soltera llamada Josefine Bernhardine Nilsson. A la edad de apenas dos años, el niño Karl es tutelado por un tipógrafo luterano llamado Carl Theodor Dreyer y su esposa Inger Marie. Obviamente el niño pasó a llamarse igual que su tutor: Carl Theodor Dreyer. Y así ha pasado a la inmortalidad cinematográfica.

En 1906, después de completar satisfactoriamente sus estudios en la escuela básica se desentiende de su familia adoptiva y se dedica a una serie de oficios hasta que descubre su talento innato para el periodismo. Consigue trabajar de reportero en el "Berlingske Tindeke" el mas antiguo de los diarios de Dinamarca, así como en el "Politiken".
A la edad de 21 años el joven Carl y un grupo de muchachos entusiastas e idealistas se unen en 1910 para fundar un periódico llamado "Riget", que afortunadamente para el cine, no cuajó.
Sin lamentar el fracaso vuelve a la carga en el terreno periodístico y se enrola en "Ekstra Bladet" al mismo tiempo que toma contacto con la industria cinematográfica danesa escribiendo algunos guiones.
En 1914 consigue entrar en el cine como ayudante técnico de dirección para la Nordisk, donde cuatro años más tarde consigue dirigir su primer film "Praesidenten".

Cuando Dreyer se enfrenta a la dirección de "Vampyr" en 1931, su carrera ya estaba jalonada con una obra maestra universal "La Pasión de Juana de Arco".

Dreyer había descubierto a Sheridan Le Fanu, un escritor irlandés autor de unos maravillosos relatos góticos y novelas de misterio.
Era lógico que el director danés se interesase por Le Fanu. Este escritor era un genial y meticuloso artesano de historias que reescribia una y otra vez hasta quedar satisfecho. La mayoría de sus novelas tienen origen en relatos cortos que posteriormente fue alargando. Una de las características de la obra de Le Fanu es el elemento sobrenatural al que no siempre le da una explicación plausible. Precisamente en dos de los más escalofriantes relatos del escritor: "Carmilla" (vampirismo lésbico) y "La posada del dragón volador" (enterramiento prematuro) son los que emplea el director para componer su inquietante "Vampyr".





Esta maravillosa escena nos pone en el argumento de "Vampyr".

Allan Gray, un hombre joven, investigador ocultista, viaja a la campiña francesa. Llega a un pequeño "chateau" próximo al pueblo de Courtempierre. El hotelito parece cerrado, por lo que llama repetidas veces a la puerta. Una criada se asoma a la tronera de la buhardilla y le dice al joven que baja a abrirle.
El joven vuelve la vista, mientras espera y ve a un segador, que portando una enorme guadaña al hombro, se dirige al río. En la orilla toca una campana para requerir los servicios del barquero.
La puerta se abre y Allan se acomoda en su habitación. Desde la ventana Allan vuelve a ver al siniestro segador cruzando el río en la barca.
Uno de los detalles de la habitación es un grabado colgado en la pared que representa la agonía de un hombre al que rodean todos sus familiares y un esqueleto dispuesto a llevárselo tan pronto muera.
El joven oye voces procedentes de algun cuarto contiguo al suyo. Sale al descansillo y ve a un lisiado con la cara horriblemente desfigurada que balbucea unas palabras incomprensibles. Allan vuelve a su cuarto y decide cerrar la puerta con la llave.

Ya en la cama, el joven es despertado por unos ruidos extraños. Observa con asombro que la llave se mueve sola y la puerta cerrada se abre de forma siniestra. Aparece un extraño personaje. Es un anciano que le mira sin decir una sola palabra. Se dirige hacia la ventana, levanta la cortinilla y dirigiendose a Allan murmura "Es preciso salvarla" y sacando un sobre abultado de una mesita escribe: "Para abrir despues de mi muerte".

Algo más tarde, Allan sale del hotel, ve a una figura que se desliza reflejada en las aguas del rio y decide seguirla. El joven llega a un edificio solitario y en ruinas, parece ser un antiguo molino. Ve la sombra de un enterrador, pero curiosamente la tierra en vez de salir despedida por el impulso de la pala es al contrario, la tierra parece provenir de la pala misma. Allan se adentra en el edificio. Ve otra sombra, en esta ocasión es un soldado con una pierna de palo que asciende por una escalera de mano. Para sorpresa del joven ve a través de un hueco una estancia donde el soldado está en aptitud pensativa y sentado, la sombra del mismo soldado acude al lugar y toma asiento igualmente.
Se oyen unas voces y tanto el soldado como su sombra se ponen en pie. La música invade todos los rincones. Se ven sombras de personas que bailan emparejadas. Un orquesta, igualmente formada de sombras, está tocando.
La cámara enfoca en picado a una anciana majestuosa que manda imperiosamente guardar silencio.
Allan sigue curioseando y penetra en una especie de desván destartalado o tal vez un laboratorio siniestro, donde vemos esqueletos, posiblemente de monos y cráneos humanos. Una hilera de libros misteriosos y la caja de un reloj de pared sin maquinaria.
Suenan furiosos ladridos de perros, pero Allan sigue sin aparentar miedo alguno. Cuando se dispone a subir una escalera ve que una mano se desliza por la barandilla. Al poco tiempo vemos que se trata de un anciano menudo, de grandes bigotes y con gafas. Su aspecto es en cierta forma cómico. Allan le dice que si no ha oído las voces de un niño. "Aquí no hay niños" le dice el anciano. "¿Y esos perros que ladran?". El anciano con toda tranquilidad le contesta: "Aquí no hay niños ni perros" y mostrándole a Allan la puerta le despide cortésmente.
Cuando Allan se marcha el anciano deja entrar a la majestuosa anciana, con el mayor de los respetos.
El anciano recibe de la señora un frasquito en cuya etiqueta podemos ver claramente que se trata de un veneno. El anciano lo coje con cierta satisfacción y lo coloca en una estantería al lado de la cual hay una jaula con un loro.

Una vez en el exterior el joven Allan, impulsado por la curiosidad sigue a unas sombras imprecisas que lo llevan a un castillo. La cámara nos sitúa en el interior donde vemos al anciano que visitó a Allan en su dormitorio del hotel. Da órdenes a las doncellas para que cuiden de sus dos hijas: Gisèle y Léone. La primera duerme apaciblemente y la segunda parece enferma y yace en una cama al cuidado de una monja.
Allan curiosea a través de los cristales de las ventanas y ve al anciano encender un candelabro. Al mismo tiempo alguien abre una tranpilla. Es el soldado de la pierna de palo que dispara al señor con un fusil.
Allan comienza a aporrear a las puertas hasta conseguir que un criado abra. Entonces le dice que el dueño de la casa ha sido abatido por un disparo. Toda la servidumbre acude en auxilio del señor pero nada puede hacerse por él y muere. En ese momento se anuncia tambien que Leone, la hija mayor parece estar a punto de morir.Allan y Gisele se quedan solos en la biblioteca. A través de la ventana ven partir a un criado en el carro de caballos. Gisele le pregunta hacia donde va y Allan le responde que a la policía.
En ese instante Allan recuerda el paquete que le dió el anciano y rompe el lacre de la envoltura. Se trata de un libro sobre los vampiros de la región, y su relación con los habitantes de Courtempierre.

Mientras tanto la monja que cuida a Leone abandona el cuarto de la supuesta enferma. Leone parece que esperaba la ocasión y abandona el lecho. Gisele, que continua asomada a la ventana se sorprende de ver a su hermana en el exterior. Se lo dice a Allan, que sigue ensimismado en la lectura del libro. Ambos corren hacia el campo en pos de Leone. Los criados salen igualmente a la búsqueda de la joven. Para sorpresa de todos la encuentran tendida y junto a ella, la anciana mayestática chupa del cuello de la joven, que yace exangüe.
Trasladan a Leone al castillo. Cuando esta recobra el sentido rompe a llorar al darse cuenta de lo que le ha ocurrido. La hermana Gisele trata de consolarla, pero Leone le dice que está condenada.
En una bellísima escena en primerísimo plano vemos la transformación de Leone y como Gisele toma conciencia de la conversión de su hermana en vampiro. La entrada de la monja parece proteger a Gisele del peligro.
Los hechos se suceden convulsos. El carruaje regresa, pero el cochero está muerto y desangrado. Gisele se queda dormida y Allan que prosigue la lectura del libro se sorprende al oir unas voces. Para su sorpresa es el anciano del molino, que resulta ser el médico del pueblo. Aunque el anciano le reconoce no da muestras de ello y sube a la habitación de la supuesta enferma. Leone parece medio moribunda. El médico sugiere una inmediata transfusión de sangre. Allan se presta a ello sin vacilar.
Los sucesos se vuelcan con rapidez frenética. En un momento dado Allan se sumerge en una suerte de somnolencia y se desdobla. Una parte de él convertida en sombra se dirige hacia el molino en persecución del doctor, que naturalmente es el esbirro ayudante de la vampira, pero allí descubre un ataud, en cuya tapa dice "Polvo eres y en polvo te convertirás. Al mirar dentro del ataud descubre su propio cuerpo.
El doctor y el soldado cojo se dirigen a la estancia donde está el ataud. Con un berbiquí el soldado comienza a cerrar el ataud, en cuya tapa hay una ventanuca cuadrada desde la que Allan puede ver lo que ocurre.
Allan percibe cómo es llevado en volandas hacia su tumba. En una insólita perspectiva de muerto vivo ve pasar, a través de la mirilla de cristal de la tapa del ataud, las copas de los árboles, el cielo nuboso, el alto de las casas. En un momento dado el entierro se cruza con la propia sombra de Allan, sentado en el banco del jardín. De pronto, ambas personalidades se junta y Allan es como si despertase de un sueño.
Mientras tanto, el criado ha tomado una decisión tras la lectura del libro. Se dirige a la tumba de la anciana mayestática. Allí retira con esfuerzo la tapa de piedra. Allan se dirige también allí y ayuda al criado a descubrir el ataud de Marguerite Chopin. Con una estaca atraviesan el corazón de la anciana vampira.
Los elementos se desatan. Leone despierta de su pesadilla dándole gracias a Dios. Los secuaces de la vampira huyen, mientras Allan rescata a Gisele, que había sido llevada por el médico a la vieja casa para que sirviera de alimento a la vieja. El medico se refugia en el molino y allí una extraña figura pone en funcionamiento la maquinaria y mientras el siniestro doctor muere enterrado por el grano molido Gisele y Allan regresan a la otra orilla.

Naturalmente Dreyer adaptó de Le Fanu lo que le vino en gana. De hecho la fusión de los dos cuentos citados apenas si dejan margen para reconocer el argumento del propio escritor. Siguiendo la línea de "La pasión de Juana de Arco", Dreyer eleva el libérrimo texto de Le Fanú a unas imágenes tan poderosas que demuestran, despues de tantísimo años, la distancia tan enorme que separa a un simple ilustrador de guiones de un auténtico creador de imágenes.

Tanto "La Edad de Oro", como "El perro andaluz" de Buñuel influenciaron a Dreyer en el momento de filmar "Vampyr". El surrealismo está presente en muchísimas secuencias:la sombra del soldado, el reloj sin maquinaria, el angel de hierro de la veleta, las siluetas reflejadas en el río, el crucifijo y el veneno, la lápida de Margueritte partida....sin embargo, y esta es una característica propia de Dreyer todas las imágenes están repletas de un misticismo luterano que llevará al paroxismo en su gran obra maestra: "Ordet" (La palabra).
Según el propio Dreyer en "Vampyr", el autor quería crear en la pantalla un sueño despierto y "mostrar que lo espantoso no se encuentra en lo que nos rodea sino en nuestro propio subconsciente."

Los actores que interpretan esta inquietante película eran en su mayoría meros aficionados, que se ofrecieron gustasamente a interpretar sus papeles. El médico sicario, por ejemplo era un periodista polaco.

"Vampyr" fue un fracaso económico que sumió a Dreyer en una gran desilusión. Pasarían más de diez años para que el maestro retomara su batuta y creara tres absolutas obras maestras: "Dies Irae", "Ordet" y "Gertrud".

He dejado para el final dos escenas de las que Dreyer tuvo que prescindir en el montaje definitivo de "Vampyr"


4 comments:

Josep said...

No me acordaba ya, pero al visionar a ese soldado que tiene una pierna y una sombra independiente me ha venido a la memoria una velada noctámbula con el UHF sacando humo, en una época en que en España se ofrecía cine de verdad en la tele, aun a horas intempestivas; creo que fue un ciclo de cine expresionista donde también vi Nosferatu.

Ya no hay directores que se dediquen a crear imágenes y atmósferas tan poderosas, ¡ay!

Un abrazo.

Gloria said...

Esta la vi hace poco a la venta en DVD y la tengo en lista de espera (así que me he saltado la descripción del argumento ;D)

A ver si la economía me permite hacerme con la película, ya que lo que he visto de Dreyer, "la pasión de Juana de Arco" y "Ordet" (que me pone llorando como una magdalena a cada visionado) y releeré -y disfrutaré de- tu post como merece.

De la pequeña muestra que ofreces, me fascinan las sombras sin cuerpo: es como si los muchos muertos de la reciente hecatombe (la Primera Guerra Mundial) todavía vagaran por el planeta, negándose a abandonar una vida que les fue segada demasiado pronto.

De hecho, ese fragmento de fantasmagoría me ha recordado, por alguna razón, el desfile de muertos del "J'accuse" (1919) de Abel Gance

ANRO said...

Ya lo he dicho muchas veces, Josep. ¿Donde diablos están aquellas sesiones en VO de todos los clásicos habidos y por haber en la 2?....Es una pena que todo éste cine se adormezca sin más en aras de una programación anodina?...La política cultural española a través de los medios de difusión sigue siendo aun una asignatura pendiente.
Un abrazote.

ANRO said...

Sí Gloria, que son solo 28 euritos de nada lo que cuesta esa versión lujosísima de "Vampyr" más un libro estupendo.
Sí que esa idea de las sombras está al pelo. Además por aquel tiempo ya estaban tocando las trompetas de otra guerra y los perros nazis andaban husmeando como vampiros sedientos de sangre.

Joder, menos mal que no soy yo solo el que llora viendo Ordet, me estaba entrando complejo de blando, pero qué leches, esa peli se lo merece.
Un abrazote.