Si ayer daba cuenta de una efemérides muy señalada y querida, hoy voy a permitirme seguir de celebraciones. Mi deseo sería compartir con aquel que me leyere la tópica tarta de cumpleaños y cantar juntos aquello de "cumpleaños feliz...etc.etc.. Obviamente hoy celebro esa fecha. La de mi nacimiento hace 63 años. Ahí está la foto más reciente que tengo, tomada con mi compañera Lola,en un lago suizo hace tres meses.
Como este rinconcito de la red solo se dedica al cine voy a hacer un extraño bordado entre mi cumple y las pelis a ver lo que sale de todo ésto.
Muchísimos de los momentos que han jalonado estas seis décadas y pico han tenido como telón de fondo el maravilloso blanco y negro o el glorioso technicolor.
Mi primer recuerdo peliculero se remonta a los dibus de Disney y al Salvaje Oeste de Ford. Me fascinaba tanto el movimiento de los expléndidos cartoons como las emocionantes cargas de los indios sioux.
Como en mi famillia había una rama bastante influida por el nacional catolicismo no nos perdíamos ninguna de las producciones religiosas de la Cifesa o del ladino Cecil B.de Mille. Semejante lavado de cerebro místico devino en una vocación imposible (me sirve de consuelo que lo mismo le ocurrió a Martin Scorsese) la de ser santo.
Afortunadamente ahí estaban a la vista de todos las enormes carteleras de "Duelo al Sol" mostrando la fascinante atracción animal de Jennifer Jones. A mis ojos, aun inocentes, aquella mujer me producía una extraña desazón física. "Tentaciones del demonio" que decía mi tía Ciriaca.
La parte reaccionaria de mi familia siguió en sus trece y fuí ingresado en un colegio religioso, regentado por los curas paúles, para que hicieran de mí un santo misionero.
Por paradoja esos planes se truncaron gracias a un cura progre que nos impartió unas clases magistrales de literatura. Gracias a él conocí a Lorca, que por aquella època andaba de tapadillo y a muchos otros autores españoles y franceses de los que había que hablar en voz baja.
Su labor educativa no solo se limitó a la enseñanza sino también a la actuación. Formó un taller de teatro donde mi vocación encontró otro camino: la interpretación. Dí vida a un Isaías Krappo y un Mefistófeles con bastante fortuna. Aun me pregunto cómo pudimos representar "La Mordaza" de Alfonso Sastre, un autor comunista hasta los tuétanos, en el pequeño escenario de un colegio religioso. Obviamente las versiones teatrales estaban edulcoradas pero aun así....
Otro impacto cinematográfico que experimenté en aquel colegio fue el visionado de la versión americana del film de Hitchcock "Sabotaje".
Ser misionero no entraba dentro de mis planes y un buen día, pasados cuatro años me fuí sin dar explicaciones. La lluvia de improperios cayó implacable sobre mí y para estropear aun más el asunto no se me ocurrió otra idea sino escaparme a Madrid con la intención de ingresar en la Escuela de Cinematografía. Esa aventura terminó fatal a los tres días. Tuve que doblar la cabeza y volver a mi Jaén natal.
Allí entre intentos y fracasos por recomponer mi vida estuve enamorado de Kin Novak, Natalie Wood, Cyd Charisse........ deseaba ser como James Dean, bailar tan bien como Russ Tamblyn, y ser tan duro como Burt Lancaster. Pero los sueños, sueños son y la vida empujaba a ser más realista.
Ya, avanzada mi adolescencia comencé a trabajar en una fundición, esta industria, que también construía carretillas elevadoras y gruas tenía un nombre muy particular "La Constancia S.A."(No es broma, es absolutamente auténtico). Allí ví por primera vez una revista porno, que circulaba en los vestuarios de los trabajadores. Aquel ambiente me forjó en otros aspectos de la vida, pero mi amor hacia el cine no disminuyó y fuí descubriendo algo más que pequeñas historias.
La cuerda de mi vida fue anudándose hasta que recalé finalmente en Madrid. Tuve suerte en mis relaciones amorosas, en mis relaciones de amistad y en los trabajos que desempeñé. En la capital pude vivir el cine a lo grande. Comenzó a abrirse la manga censuradora del franquismo y pudimos ver algo de Godard, Truffaut, Chabrol.....y naturalmente Bergman. Todos ellos mezclados con los nuevos valores americanos.
Pero la gran eclosión, el gran extasis cinematográfico se abrió para mí en Londres, donde senté plaza, creía que para siempre.
Aquel largo paréntesis de mi vida fue enriquecedor en toda clase de experiencias, pero sobre todo conocí más sobre cine que en toda mi vida anterior.
Estuve trabajando a las órdenes del tipo más extravagante que jamás he conocido. Era (ya murió) un cocinero magnífico, con el genio endiablado de los irlandeses, que confió muchísimo en mí y me dió oportunidades magníficas. Por su restaurante, Odin's situado en Devonshire St., muy cerca de Baker St. desfilaban personajes como David Hockney (pintor de quien conservo una copia serializada del retrato de Peter, mi jefe, para la carta del Restaurante), David Frost,(el presentador de TV), Henry Kissinger, Sir Alec Guiness, Glenda Jackson (por entonces en la cresta ), Sydney Poitiers...etc...etc. En ocasiones se cerraba el restaurante para una reunión íntima de alguno de ellos y el propio Peter, así se llamaba el irlandés, preparaba aquello que su maravillosa imaginación le daba la gana. Yo cociné alguna vez a su lado y era una delicia y a la vez un infierno, por lo mucho que te exigía. En una ocasión me amenazó con un afilado cuchillo de cortar salmón. Tal vez este condenado esté preparando delicias para el diablo.
Gracias a Nigel, de quien tanto he hablado en muchos blogs, y a Carla, que trabajaba para unos estudios de cine, conocí a mucha gente del medio. No sé por qué razón, a pesar de mi trabajo humilde (empecé de lavaplatos) aquella gente me acogió con un cariño tremendo. Supongo que se cumplió aquello de estar en el momento y lugar oportunos o tal vez a mi carácter abierto y jovial.
Por aquel entonces estuve totalmente colgado de una mujer encantadora que se llamaba Eillen. Creo, o al menos así lo recuerdo , que era una bellísima chica. Ella acababa de romper con su boyfriend, porque trabajando de extra en una película de Zefirelli, él se había pasado a la otra acera. El romance entre nosotros duró apenas unos meses. Lo pasé fatal pero pronto volví a enamorarme, en esta ocasión de una chica española. La ruptura de esta relación ha sido uno de los golpes más grandes que he tenido en la vida. Pero como dice el musical "The show must go on".
En este punto, y sin contar el paréntesis, estos recuerdos quedan enlazados a los que conté en mi blog anterior. El resto es otra historia que no voy ni quiero contar.
Como este rinconcito de la red solo se dedica al cine voy a hacer un extraño bordado entre mi cumple y las pelis a ver lo que sale de todo ésto.
Muchísimos de los momentos que han jalonado estas seis décadas y pico han tenido como telón de fondo el maravilloso blanco y negro o el glorioso technicolor.
Mi primer recuerdo peliculero se remonta a los dibus de Disney y al Salvaje Oeste de Ford. Me fascinaba tanto el movimiento de los expléndidos cartoons como las emocionantes cargas de los indios sioux.
Como en mi famillia había una rama bastante influida por el nacional catolicismo no nos perdíamos ninguna de las producciones religiosas de la Cifesa o del ladino Cecil B.de Mille. Semejante lavado de cerebro místico devino en una vocación imposible (me sirve de consuelo que lo mismo le ocurrió a Martin Scorsese) la de ser santo.
Afortunadamente ahí estaban a la vista de todos las enormes carteleras de "Duelo al Sol" mostrando la fascinante atracción animal de Jennifer Jones. A mis ojos, aun inocentes, aquella mujer me producía una extraña desazón física. "Tentaciones del demonio" que decía mi tía Ciriaca.
La parte reaccionaria de mi familia siguió en sus trece y fuí ingresado en un colegio religioso, regentado por los curas paúles, para que hicieran de mí un santo misionero.
Por paradoja esos planes se truncaron gracias a un cura progre que nos impartió unas clases magistrales de literatura. Gracias a él conocí a Lorca, que por aquella època andaba de tapadillo y a muchos otros autores españoles y franceses de los que había que hablar en voz baja.
Su labor educativa no solo se limitó a la enseñanza sino también a la actuación. Formó un taller de teatro donde mi vocación encontró otro camino: la interpretación. Dí vida a un Isaías Krappo y un Mefistófeles con bastante fortuna. Aun me pregunto cómo pudimos representar "La Mordaza" de Alfonso Sastre, un autor comunista hasta los tuétanos, en el pequeño escenario de un colegio religioso. Obviamente las versiones teatrales estaban edulcoradas pero aun así....
Otro impacto cinematográfico que experimenté en aquel colegio fue el visionado de la versión americana del film de Hitchcock "Sabotaje".
Ser misionero no entraba dentro de mis planes y un buen día, pasados cuatro años me fuí sin dar explicaciones. La lluvia de improperios cayó implacable sobre mí y para estropear aun más el asunto no se me ocurrió otra idea sino escaparme a Madrid con la intención de ingresar en la Escuela de Cinematografía. Esa aventura terminó fatal a los tres días. Tuve que doblar la cabeza y volver a mi Jaén natal.
Allí entre intentos y fracasos por recomponer mi vida estuve enamorado de Kin Novak, Natalie Wood, Cyd Charisse........ deseaba ser como James Dean, bailar tan bien como Russ Tamblyn, y ser tan duro como Burt Lancaster. Pero los sueños, sueños son y la vida empujaba a ser más realista.
Ya, avanzada mi adolescencia comencé a trabajar en una fundición, esta industria, que también construía carretillas elevadoras y gruas tenía un nombre muy particular "La Constancia S.A."(No es broma, es absolutamente auténtico). Allí ví por primera vez una revista porno, que circulaba en los vestuarios de los trabajadores. Aquel ambiente me forjó en otros aspectos de la vida, pero mi amor hacia el cine no disminuyó y fuí descubriendo algo más que pequeñas historias.
La cuerda de mi vida fue anudándose hasta que recalé finalmente en Madrid. Tuve suerte en mis relaciones amorosas, en mis relaciones de amistad y en los trabajos que desempeñé. En la capital pude vivir el cine a lo grande. Comenzó a abrirse la manga censuradora del franquismo y pudimos ver algo de Godard, Truffaut, Chabrol.....y naturalmente Bergman. Todos ellos mezclados con los nuevos valores americanos.
Pero la gran eclosión, el gran extasis cinematográfico se abrió para mí en Londres, donde senté plaza, creía que para siempre.
Aquel largo paréntesis de mi vida fue enriquecedor en toda clase de experiencias, pero sobre todo conocí más sobre cine que en toda mi vida anterior.
Estuve trabajando a las órdenes del tipo más extravagante que jamás he conocido. Era (ya murió) un cocinero magnífico, con el genio endiablado de los irlandeses, que confió muchísimo en mí y me dió oportunidades magníficas. Por su restaurante, Odin's situado en Devonshire St., muy cerca de Baker St. desfilaban personajes como David Hockney (pintor de quien conservo una copia serializada del retrato de Peter, mi jefe, para la carta del Restaurante), David Frost,(el presentador de TV), Henry Kissinger, Sir Alec Guiness, Glenda Jackson (por entonces en la cresta ), Sydney Poitiers...etc...etc. En ocasiones se cerraba el restaurante para una reunión íntima de alguno de ellos y el propio Peter, así se llamaba el irlandés, preparaba aquello que su maravillosa imaginación le daba la gana. Yo cociné alguna vez a su lado y era una delicia y a la vez un infierno, por lo mucho que te exigía. En una ocasión me amenazó con un afilado cuchillo de cortar salmón. Tal vez este condenado esté preparando delicias para el diablo.
Gracias a Nigel, de quien tanto he hablado en muchos blogs, y a Carla, que trabajaba para unos estudios de cine, conocí a mucha gente del medio. No sé por qué razón, a pesar de mi trabajo humilde (empecé de lavaplatos) aquella gente me acogió con un cariño tremendo. Supongo que se cumplió aquello de estar en el momento y lugar oportunos o tal vez a mi carácter abierto y jovial.
Por aquel entonces estuve totalmente colgado de una mujer encantadora que se llamaba Eillen. Creo, o al menos así lo recuerdo , que era una bellísima chica. Ella acababa de romper con su boyfriend, porque trabajando de extra en una película de Zefirelli, él se había pasado a la otra acera. El romance entre nosotros duró apenas unos meses. Lo pasé fatal pero pronto volví a enamorarme, en esta ocasión de una chica española. La ruptura de esta relación ha sido uno de los golpes más grandes que he tenido en la vida. Pero como dice el musical "The show must go on".
En este punto, y sin contar el paréntesis, estos recuerdos quedan enlazados a los que conté en mi blog anterior. El resto es otra historia que no voy ni quiero contar.
4 comments:
que cumplas muchos más y que yo los vea ya que estoy al lado izquierdo de tu casa.Que seas muy feliz y tan jovial como hasta ahora.Te deseo con todo mi cariño que lo pases muy bien.Que la fuerza te acompañe( este es un comentario de pelicula,por si acaso ...)
Vaya, vaya... y yo sin saberlo!!
Muchísimas felicidades, aunque con algunos días de retraso :(
Espero que tuvieses un buen día... Seguro que sí.
Sitos para ti y para tu isla de mi parte.
Espero estar muchos años aquí para seguir dando la lata con mis comistrajos cinéfilos.
Os agradezco sinderamente esta felicitación virtual. Todos esos buenos deseos son positivos para todos nosotros.
Un abrazote.
joder! Cuando las entradas son sobre cine, vale...pero leer este titular y luego tu comentario abajo.
No sabes la pena que me da no haberos conocido.
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