Hay una columnista, articulista y escritora llamada Maruja Torres, periodista de El Pais, a quien admiro muchísimo. La traté tangencialmente hace años, cuando ella formaba parte de la redacción de "Fotogramas". En los años que esta revista se fabricaba en la calle Tallers, creo, de la capital catalana. A partir de entonces he leído sus libros, he seguido sus apasionadas crónicas, me he reído con sus ocurrencias , y sus artículos titulados "Perdonen que no me levante" son una verdadera gozada para el lector dominical.
Este pasado domingo a esta mujer se le ocurrió comentar una serie de TV, que yo sigo con una atención cada vez mayor.
La serie va de una cuadrilla de tipos bien trajeados, repeinados, con ganas de comerse al mundo(y entre ellos mismos) que trabajan en una sofisticada agencia de publicidad ubicada en el piso 26 de uno de los rascacielos de Manhattan. El grupo de machos tienen a su disposición una legión de secretarias a las que mangonean a placer. Ni que decir tiene, que, la mayoría de ellos, están respetablemente casados con mujeres tan perfectas como Doris Day, a las que obviamente ponen los cuernos con secretarias esculturales o con millonarias liberadas.
Lo primero que llama la atención de esta serie son sus títulos de crédito, herederos directos de Saul Bass. Las letras se superponen sobre la animación gràfica de un ejecutivo en negro que cae desde un rascacielos. A lo largo de su caída se suceden una serie de anuncios. Al final, una preciosa pierna de mujer recoge con la punta del pie el descenso desastroso del hombre. A lo largo de la secuencia escuchamos una versión instrumental de "A Beautiful Mine" interpretada por RJD2. Inmediatamente nos vienen a la memoria los impagables comienzos de "North By Northwest"(1959) y sobretodo de "Vértigo". De hecho, en varios de los capítulos que he tenido oportunidad de ver, se nota la influencia de Hitchcocks en la planificación de las secuencias. La serie remite también a Billy Wilder y el "Apartamento". En uno de los capítulos se cita precisamente esta película y la semejanza que tiene el personaje de Joan Holloway (jefa de secretarias de la Agencia de Publicidad) con Shirley MacLaine (la ascensorista que mantiene un ligue con el Jefe de Jack Lemmon). En "Mad Men" Joan Holloway es la amante de Roger Sterling, uno de los socios de Sterling Cooper Cia.
La acción se situa en los primeros sesenta. En uno de los capítulos, el equipo de publicistas, discute las campañas publicitarias de Kennedy y de Nixon para las elecciones presidenciales. La ambientación es tan sumamente perfecta que no hay detalle que no esté calculado al milímetro, desde el vestuario, la decoración o las costumbres (especialmente el uso desmesurado de los cigarrillos).
Los personajes están muy bien en cada uno de sus caracteres y logran ser creíbles todos ellos, pero sobresalen Don Draper (protagonista, interpretado por Joh Hamm) es el director creativo y socio jr. eventual de Sterling Cooper Advertising Agency. Es un hombre que ha tenido un pasado oscuro, pero gracias a su talento ha escalado puestos en la escala social. Está casado con Elizabeth "Betty" Draper (January Jones), una ama de casa con dos niños y antigua modelo, con look Grace Kelly. Ambos guardan apariencias de felicidad en un hogar perfecto. Los dos tienen sombras que tratan de ocultar, sin llegar a conseguirlo del todo.
Peggy Olson (Elisabeth Moss) personifica a la chica de provincias que llega a Manhattan por primera vez. Le asignan el puesto de secretaria personal de Draper. Tiene una experiencia sexual con Peter Campbell (Vincent Kartheiser) un joven de buena familia neoyorkina, casado con una joven heredera. Es un hombre ambicioso que envidia el puesto de Don Draper y está dispuesto a conseguirlo de alguna forma.
Roger Sterling (John Slattery) es uno de los socios senior de la firma, respetablemente casado y con una hija. Es mujeriego y bebedor. Tiene un lio con la jefa de secretarias de la firma, Joan Holloway (Christina Hendricks). Durante una orgía con dos chicas sufre un ataque al corazón del que logra recuperarse.
Reconozco que las series no suelen gozar de mucha credibilidad artística. Las vemos como un mero producto de estudio y apenas nos fijamos quién las dirige. Pero poco a poco algunos títulos se van imponiendo, aquí en "Mad Men" por ejemplo está la mano de Mattew Weiner, que también la tuvo en los magníficos "Los Soprano".
Naturalmente todos sabeis que yo prefiero el cine en pantalla grande (parafraseo a Maruja Torres, que añade "cuando estas tres palabras juntas eran posibles: grande, pantalla, cine"), pero los tiempos están cambiando a velocidad de vértigo y hay que adaptarse. No creo que haya que despreciar un producto realizado para la pequeña pantalla y desde luego yo creo que "Mad Men" es un historia (vuelvo a parafrasear a Maruja) "de seres humanos, con sus limitaciones, su vulgaridad y sus soledades!". La ventaja de que la acción transcurra en el pasado nos sirve para dejarnos de gaitas y reflexionar sobre lo que nos está cayendo encima. De aquellos polvos, tenemos estos lodos. ¿O era al reves?.
Este pasado domingo a esta mujer se le ocurrió comentar una serie de TV, que yo sigo con una atención cada vez mayor.
La serie va de una cuadrilla de tipos bien trajeados, repeinados, con ganas de comerse al mundo(y entre ellos mismos) que trabajan en una sofisticada agencia de publicidad ubicada en el piso 26 de uno de los rascacielos de Manhattan. El grupo de machos tienen a su disposición una legión de secretarias a las que mangonean a placer. Ni que decir tiene, que, la mayoría de ellos, están respetablemente casados con mujeres tan perfectas como Doris Day, a las que obviamente ponen los cuernos con secretarias esculturales o con millonarias liberadas.
Lo primero que llama la atención de esta serie son sus títulos de crédito, herederos directos de Saul Bass. Las letras se superponen sobre la animación gràfica de un ejecutivo en negro que cae desde un rascacielos. A lo largo de su caída se suceden una serie de anuncios. Al final, una preciosa pierna de mujer recoge con la punta del pie el descenso desastroso del hombre. A lo largo de la secuencia escuchamos una versión instrumental de "A Beautiful Mine" interpretada por RJD2. Inmediatamente nos vienen a la memoria los impagables comienzos de "North By Northwest"(1959) y sobretodo de "Vértigo". De hecho, en varios de los capítulos que he tenido oportunidad de ver, se nota la influencia de Hitchcocks en la planificación de las secuencias. La serie remite también a Billy Wilder y el "Apartamento". En uno de los capítulos se cita precisamente esta película y la semejanza que tiene el personaje de Joan Holloway (jefa de secretarias de la Agencia de Publicidad) con Shirley MacLaine (la ascensorista que mantiene un ligue con el Jefe de Jack Lemmon). En "Mad Men" Joan Holloway es la amante de Roger Sterling, uno de los socios de Sterling Cooper Cia.
La acción se situa en los primeros sesenta. En uno de los capítulos, el equipo de publicistas, discute las campañas publicitarias de Kennedy y de Nixon para las elecciones presidenciales. La ambientación es tan sumamente perfecta que no hay detalle que no esté calculado al milímetro, desde el vestuario, la decoración o las costumbres (especialmente el uso desmesurado de los cigarrillos).
Los personajes están muy bien en cada uno de sus caracteres y logran ser creíbles todos ellos, pero sobresalen Don Draper (protagonista, interpretado por Joh Hamm) es el director creativo y socio jr. eventual de Sterling Cooper Advertising Agency. Es un hombre que ha tenido un pasado oscuro, pero gracias a su talento ha escalado puestos en la escala social. Está casado con Elizabeth "Betty" Draper (January Jones), una ama de casa con dos niños y antigua modelo, con look Grace Kelly. Ambos guardan apariencias de felicidad en un hogar perfecto. Los dos tienen sombras que tratan de ocultar, sin llegar a conseguirlo del todo.
Peggy Olson (Elisabeth Moss) personifica a la chica de provincias que llega a Manhattan por primera vez. Le asignan el puesto de secretaria personal de Draper. Tiene una experiencia sexual con Peter Campbell (Vincent Kartheiser) un joven de buena familia neoyorkina, casado con una joven heredera. Es un hombre ambicioso que envidia el puesto de Don Draper y está dispuesto a conseguirlo de alguna forma.
Roger Sterling (John Slattery) es uno de los socios senior de la firma, respetablemente casado y con una hija. Es mujeriego y bebedor. Tiene un lio con la jefa de secretarias de la firma, Joan Holloway (Christina Hendricks). Durante una orgía con dos chicas sufre un ataque al corazón del que logra recuperarse.
Reconozco que las series no suelen gozar de mucha credibilidad artística. Las vemos como un mero producto de estudio y apenas nos fijamos quién las dirige. Pero poco a poco algunos títulos se van imponiendo, aquí en "Mad Men" por ejemplo está la mano de Mattew Weiner, que también la tuvo en los magníficos "Los Soprano".
Naturalmente todos sabeis que yo prefiero el cine en pantalla grande (parafraseo a Maruja Torres, que añade "cuando estas tres palabras juntas eran posibles: grande, pantalla, cine"), pero los tiempos están cambiando a velocidad de vértigo y hay que adaptarse. No creo que haya que despreciar un producto realizado para la pequeña pantalla y desde luego yo creo que "Mad Men" es un historia (vuelvo a parafrasear a Maruja) "de seres humanos, con sus limitaciones, su vulgaridad y sus soledades!". La ventaja de que la acción transcurra en el pasado nos sirve para dejarnos de gaitas y reflexionar sobre lo que nos está cayendo encima. De aquellos polvos, tenemos estos lodos. ¿O era al reves?.
4 comments:
Actualmente los mejores talentos se encuentran en la televisión y las series comienzan ya a superar en calidad al cine, al menos en lo que respecta a Estados Unidos. Las series de aqui, sin embargo, dan un poco de cosica.
Es cierto Anchiano. Da pena decirlo pero sí que dan, no un poco, sino mucha cosica verlas.
Los USA tienen mucha experiencia y cuando saben explotarla bien hacen verdaderas maravillas.
No me gusta engancharme a la TV, pero a veces no tengo más remedio, como has podido ver por el comentario.
Un abrazote.
Coincido en que las series patrias son de otro mundo, casi de un submundo plagado de anuncios.
Como no me gusta mucho la tele, hace tiempo que abandoné la costumbre de pagar por verla y, desde luego, para ver lo que se da en abierto, tanto en la tele pública que pagamos entre todos como en las privadas, que pagamos aguantando miles de anuncios (unos pocos más que en la pública, todo hay que decirlo), pues no me quedan muchas ganas que digamos.
Pero me encanta leer reseñas como esta, que me hacen pensar, como anchiano, que, incluso en los USA, los mejores cerebros se van yendo a la tele, probablemente porque hay canales para adultos y no existe la obligación de hacer continuamente productos para imberbes inmaduros.
Un abrazo.
Los herederos de Hollywood han sabido hacerlo muy bien y cada vez cuidan más las series, salvo excepciones ¡claro está!Sabes que no te están tomando el pelo y en último extremo tú decides si te quedas con el producto, que no necesariamente tienes que verlo a través de la TV convencional, ejen.
Un abrazote
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